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lunes, 25 de julio de 2011

Por primera vez, un estado soberano acusa al Vaticano de proteger a curas pedófilos

El gobierno de Irlanda, uno de los bastiones católicos de Europa, denunció que la Santa Sede intentó "obstaculizar" una investigación sobre abusos a 40 niños. Y dijo que la Iglesia ocultó los hechos para proteger "su poder y reputación".En un hecho de gravedad sin precedentes al menos en la historia de la Iglesia contemporánea, el gobierno de Irlanda, uno de los tres grandes bastiones del catolicismo en Europa, junto con Italia y Polonia, acusó al Vaticano de haber seguido protegiendo a sacerdotes pedófilos que abusaron al menos de 40 niños.

“Esto ocurrió hace tres años, no tres décadas”, dijo con vehemencia el primer ministro irlandés Enda Kenney. En el centro del escándalo mayúsculo, que deja en ruinas una relación tan importante "que no volverá a ser la misma", está el obispo John Magee, quien fue secretario de tres papas (Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II), antes de ser promovido a obispo de Cloyne, cargo al que tuvo más tarde que renunciar.

La diócesis de Cloyne, en el condado de Cork, al sudeste de la isla de Irlanda, fue el escenario de uno de los más recientes y explosivos casos de curas pedófilos investigado por el gobierno.

Hace unos días, el Ministerio del Interior dio a conocer el informe de 341 páginas sobre de denuncias presentadas en la diócesis del obispo Magee entre 1996 y 2009. Las víctimas infantiles fueron 40 y los sacerdotes que abusaron sexualmente y vejaron a los chicos fueron 19 clérigos de la diócesis. Solo tres están bajo proceso, porque la mayoría ya murió o está demasiado anciana para sufrir los juicios.

El primer ministro Kenney no ocultó su disgusto al explicar al Parlamento el contenido del informe. “Por primera vez en Irlanda, un informe sobre los abusos sexuales cometidos contra niños revela un intento de la Santa Sede de obstaculizar una investigación en una república soberana y democrática sobre hechos ocurridos hnace tres años y no tres décadas”.

“El informe Cloyne”, agregó el jefe del gobierno de Dublin, “pone en claro la disfunción, la desconexión de las realidades, el elitismo y el narcisismo que dominan en la cultura del Vaticano”.

“La violación y la tortura de niños fueron subestimadas o gestionadas para acomodar a la institución, su poder y su reputación”, aseguró. El Parlamento suscribió una declaración por unanimidad de condena contra la conducta de la Iglesia católica irlandesa y el Vaticano.

Mientras el canciller irlandés convocó al nuncio apostólico para que el embajador trasmita las protestas a Roma, el ministro de Justicia Alan Shatter prometió aprobar una nueva ley que establecerá penas de cárcel para quienes oculten el conocimiento de sospechas de abusos de niños”.

El ministro dijo que era un angustioso interrogante saber cuál es la situación en las otras diócesis, 23 de las cuales aún no han sido investigadas. En ellas se podrian ocultar hasta hoy evidencias de crimen lo que “representa una amenaza actual para los niños”.

Una seguidilla de escándalos por abusos sexuales de decenas de curas irlandeses que fueron revelados desde 1994, han echado por tierra el prestigio inmenso que tenía la Iglesia de Irlanda entre los fieles.

La magistrada Yvonne Murphy encabezó una comisión que lleva su nombre que investigó los casos y que concluyó que el obispo Johnn Magee y sus colaboradores ocultaron información a la policía. Magee también afirmó más tarde que se estaban adoptando medidas, que en realidad ignoraba.
El Vaticano fue acusado de haber influído a partir de 1997 para que no se “hiciera escándalo” por estos casos.

El Papa Benedicto XVI, abrumado al llegar al papado por la enorme cantidad de casos de pedofilia en la Iglesia mundial, ordenó la “tolerancia cero” contra los abusaores y en febrero de 2010 envió una dolorida carta a los fieles irlandeses. También convocó a 24 obispos de la isla y les dijo que dejaran de ocultar o disminuir las responsabilidades por los casos de pedofilia.

Pero hace unas semanas, el arzobispo de Dublin, Diarmuld Martin, llamó en causa a los colaboradores del Papa en la Curia Romana por no hacer seguido con eficacia las disposiciones del pontífice para contrastar el fenómeno. El arzobispo lamentó retardos en la difusión de los resultados de las visitas apostólicas de inspección en algunas diócesis.

El portavoz del Papa, padre Riccardo Lombardi, lamentó “con dolor” la situación pero pidió que el debate sea realizado “con la necesaria objetividad”.




Fuente: Clarin.com
Autor: Julio Algañaraz / Corresponsal en el Vaticano




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lunes, 3 de enero de 2011

La relaciones de Estados Unidos y el Vaticano... según Wikileak

EE UU ve el Vaticano como un poder cerrado, provinciano y anticuado.
Los cables revelan las críticas de la embajada por los "fracasos de comunicación" y ataques al secretario de Estado, Bertone, y al portavoz del PapaSumergirse en los varios cientos de cables filtrados a Wikileaks que parten de la Embajada de EE UU ante la Santa Sede equivale a asistir al fascinante encuentro cara a cara entre dos imperios. El choque cultural entre un país presidencialista, moderno, democrático, expansivo y republicano, y un sistema de poder monárquico, milenario, anquilosado y hermético, no impide a los estadounidenses comprender la importancia de tener al Vaticano como aliado.

La impresión que dejan los despachos de la última época -desde 2006 en adelante- es que Estados Unidos se ha ido acercando progresivamente al Vaticano y en concreto al papa Benedicto XVI después de unos años de enorme recelo mutuo motivado por el escándalo de los abusos sexuales en EE UU y por la invasión de Irak, a la que la Iglesia católica se opuso en público y en privado con su típica mirada doble, a la vez de muy corto y largo alcance.

Los cables más antiguos, casi todos de 2001, revelan que el Vaticano expuso con toda franqueza y no poca insolencia al Gobierno de George Bush que "la dictadura laica de Sadam Hussein" sería siempre más favorable para la libertad religiosa y para los 600.000 cristianos de Irak que "cualquier solución" que aquella "guerra injusta" pudiese encontrar, incluida una "dictadura islamista".

En esta primera toma se expurgan, sin embargo, dada su mayor vigencia y su interés, los despachos más recientes: la Iglesia católica está viviendo una de sus mayores crisis históricas, y los emisarios estadounidenses analizan con detalle, cierta preocupación y sin ausencia de malicia el problema.

El embajador ante la Santa Sede, Miguel Humberto Diaz, enviado por Obama en mayo de 2009, y su número dos, Julieta Valls, ambos católicos y de origen hispano, informan de que la crisis causada por los abusos sexuales a menores en Irlanda será, dicen, "dolorosa todavía durante muchos años"; analizan el polémico regreso de los obispos cismáticos lefebvrianos a la Iglesia, sopesan las dificultades y vaivenes que sufre el diálogo entre católicos y judíos.

Pero, sobre todo, dedican páginas y días a describir y criticar "los fracasos y torpezas" cometidos por el aparato de la comunicación vaticana al tratar todos esos problemas. Según lo define la expresiva Julieta Valls, número dos de la Embajada ante la Santa Sede, "el Vaticano es un aliado formidable que necesita lecciones de relaciones públicas".

La gran ironía es que, tras la gigantesca filtración de Wikileaks, esas lecciones suenan hoy algo menos sólidas, y parecen dar la razón a los siempre sibilinos, prudentes, y cínicos incluso a costa de parecer torpes, diplomáticos vaticanos.

'Not spin city'

Un cable confidencial del 20 de febrero de 2009, firmado por la entonces jefa interina de la misión diplomática, Julieta Valls Noyes, y titulado La Santa Sede: un fracaso de comunicación, afirma que, al levantar la excomunión a los lefebvrianos cismáticos, se ha revelado la "brecha de comunicación entre las intenciones formuladas por el Papa y la forma en que su mensaje se ha recibido en el mundo".

Valls explica a Washington que "en el Vaticano, el Papa es el responsable último de todas las decisiones importantes", pero que al mismo tiempo suele delegar tareas en "aquellos que más saben o mejor informados están sobre cada materia particular", y que ahí entra en juego una curia "ítalo-céntrica, descentralizada y trasnochada" que se comunica con notas "escritas en un lenguaje en un código que nadie fuera de ellos es capaz de descifrar".

Valls ilustra la afirmación con un ejemplo: "El embajador israelí recibió un comunicado oficial que según la curia contenía un mensaje positivo para Israel, pero el embajador no logró captarlo de tan velado que estaba, aunque sabía que estaba allí".

El cable no ahorra epítetos ni críticas al sistema de poder de la Iglesia. Califica al Vaticano como "not spin city" (juego de palabras que convierte "la ciudad sin pecado" en "la ciudad que no comunica"); critica "la debilidad del liderazgo en la cúpula", afirma con alarma que en el núcleo duro del Papa hay "muy pocos asesores que hablen inglés" y concluye que la curia "minusvalora (y lo ignora todo sobre) las comunicaciones del siglo XXI".

Ataques a Bertone

La embajada certifica (y se nota que sufre por ello) que los estadounidenses y, en general, los anglófonos no pintan casi nada en la curia actual. Su principal contacto en la curia es un irlandés, el informador protegido monseñor Paul Tighe, número dos del Pontificio Consejo para las Comunicaciones. Tighe confiesa a Valls que los asesores más cercanos a Benedicto XVI son italianos, y sugiere que sería bueno nombrar "más portavoces ingleses nativos en el círculo íntimo del Papa".

La discreción y prudencia de la curia italiana ante los representantes de Estados Unidos quedan de manifiesto en los cables. Ningún interlocutor da una pista de más al embajador o a su número dos, quienes a su vez replican a la ofensa tildando de provinciano al Gobierno vaticano y criticando "la ausencia de voces disidentes".

Las críticas empiezan por el secretario de Estado y número dos del Papa, Tarcisio Bertone, al cual Valls define como un notorio "yes man" (un hombre que siempre dice que sí), y que está ayuno de toda experiencia diplomática ("habla solo italiano, por ejemplo").

En el epígrafe titulado Fixing what's lost in translation (arreglando lo que se perdió en la traducción), Valls explica que "Bertone tiene un estilo personal pastoral que lo lleva a menudo fuera de Roma, de vuelta por el mundo, a ocuparse de problemas espirituales antes que de la política exterior y la gestión".

Valls afirma además que "no son pocas las voces que abogan por la destitución del cardenal Bertone de su actual puesto". El Papa, este mismo año, reforzó la posición de su número dos al mandarle una carta por su 75 cumpleaños en la que reafirmaba su estima por el cardenal piamontés.

Lombardi "tiene Blackberry pero no acceso al Papa"

La Embajada de EE UU dibuja un perfil tragicómico del responsable de la Sala de Prensa vaticana, el padre Federico Lombardi. Dice que "usa Blackberry", y le define como "una anomalía dentro de una cultura en la que muchos de los dirigentes más importantes no tienen siquiera correo electrónico". El problema, afirma Valls, es que el portavoz "no forma parte del círculo íntimo del Papa, no tiene ninguna influencia sobre las principales decisiones, no da forma a los mensajes, sino que se limita a entregarlos".

Y, por si fuera poco: "El pobre hombre está saturado de trabajo porque es simultáneamente jefe de la Radio Vaticana y del Centro Televisivo Vaticano, y corre literalmente de un despacho a otro durante todo el día". "Es un trabajo duro en los días buenos pero en los días de crisis es agotador", agrega Valls, que sin embargo olvida mencionar que Lombardi es además vicario general de los jesuitas, es decir, número dos de la Compañía de Jesús, lo que multiplica todavía más su pluriempleo.

Y además no hay filtraciones...

Según la embajada, la diferencia entre el aparato de comunicación actual y el de Juan Pablo II, que dirigía el español y opusdeísta Joaquín Navarro Valls, es que hoy no se producen filtraciones de las malas noticias como antaño.

Antes, las filtraciones maniobradas por Navarro Valls podían resultar "dañinas", pero ayudaban a limitar los daños porque había tiempo para tapar los agujeros, afirma Valls.

Lombardi se niega a aceptar ese sistema. El análisis de la embajada señala que el portavoz ha pedido a la curia que ese servicio oscuro lo realice el Pontificio Consejo para las Comunicaciones. (Según explica a EL PAÍS el vaticanista Filippo di Giacomo, buen conocedor de las bambalinas y amigo de Lombardi, "el gran problema es que el jesuita se niega a decir mentiras o a dulcificar las noticias como hacía Navarro Valls").

En el cable, Paul Thige cuenta a la embajada que Claudio Maria Celli, responsable del consejo y jefe directo suyo, recibió la petición de Lombardi hace ahora dos años, pero que "no ha dicho ni sí ni no, y se lo está pensando". (Traducido del 'vaticanés', esto significa, según Di Giacomo, "que tampoco Celli tiene ganas de pasar a la historia como un mentiroso"). Valls deduce, en cualquier caso, que es "cada vez más urgente" que el Vaticano "cambie su cultura de comunicación".

En otro pasaje, Celli confirma al embajador en un coloquio privado que la secretaría de Estado piensa dotarse de "una oficina de crisis" para gestionar los casos más difíciles y facilitar traducciones más rápidas y claras de las decisiones papales. Pero las cosas de palacio van despacio, sobre todo en San Pedro. Aquella reunión fue el 2 de febrero de 2009; un año después, la carta del Papa a los fieles irlandeses salió de la secretaría de Estado escrita solo en latín, y la que anunciaba la formación del nuevo Consejo para la Evangelización de Occidente se publicó solo en italiano.

Unidad, 1-Diálogo con los judíos, 0

La señora Valls destila cultura católica y narra los hechos con notable precisión, agudeza y neutralidad. En otro cable, del 27 de enero de 2009 (189059), calificado secreto, elaborado con motivo de la crisis causada por el regreso de los cismáticos lefebvrianos y titulado Unidad de la Iglesia, 1-Relaciones católicos-judíos, 0, Valls había escrito: "El Vaticano es un socio formidable que necesita lecciones en relaciones públicas".

En ese despacho explicaba que "el Papa a veces irrita a políticos y periodistas al hacer lo que piensa que es mejor para la Iglesia, como reintroducir a los lefebvrianos o considerar la canonización de Pío XII".

Su antecesor, añadía, "también padecía bastante esa misma indecisión (second-guessing)". La diplomática añadía que, "desde fuera, muchos consideran que la Iglesia está fuera de onda con el nuevo milenio, y piden que sea más moderna y acomodaticia. Lo que esos observadores no reconocen es la consistencia de las decisiones y la actitud en cuestiones clave como la reunificación de la Iglesia o la dignidad de todos los seres humanos".

Quizá para equilibrar los elogios, o quién sabe si dejando traslucir su frustración por el desastre ocurrido, Valls explicaba: "Los portavoces de la Santa Sede podían haber denunciado con gran resonancia las tesis negacionistas del obispo Williamson al mismo tiempo que el Papa anunciaba su regreso a la Iglesia, pero esperaron unos días para hacerlo y lo hicieron débilmente. Para entonces, mucha parte del daño ya estaba hecho. En vez de marcar un triplete -reunificación de la Iglesia, demostrar la generosidad de la Iglesia con quienes han errado, y reafirmar los horrores del Holocausto-, la Iglesia católica está jugando ahora a remontar".

Leyendo los cables se diría que, para los americanos, la secretaría de Estado del presidente Obama es la única instancia de poder, mientras que para los funcionarios vaticanos la secretaría de Estado es en cambio una especie de último recurso, porque solo actúa ante crisis muy graves o casos controvertidos que no se resuelven en los niveles más bajos o locales. Esa dinámica, según Valls, se debe "al estilo de gobierno del papa Benedicto XVI", entorpece la comunicación interna y externa, y parece muy difícil de cambiar. "Las raíces culturales y estructurales son profundas. Hay señales esperanzadoras pero no garantizan que el cambio vaya a producirse. Sigan conectados".

"Acaben con el embargo a Cuba"

Las diferencias de criterios y la sensación de superioridad que destilan algunos comentarios de los diplomáticos vaticanos presiden también los cables referidos a la actual situación cubana. Varios funcionarios clericales de medio rango muestran grandes dosis de paciencia al intentar enseñar a los emisarios estadounidenses cómo convivir con los vecinos comunistas que residen 20 millas al sur de Miami.

Cuba ocupa muchas de las reuniones bilaterales de los últimos dos años. Desde que la Administración Obama tomó el relevo a la de Bush, el Vaticano ha redoblado sus esfuerzos para convencer a Washington de que debe relajar el bloqueo a la isla.

El cable confidencial de 21 de enero de 2010 (244728), elaborado por la Embajada de EE UU ante la Santa Sede, cuenta que monseñor Accatino, encargado de los asuntos cubanos en Roma, ha advertido en una reunión a la jefa de la misión estadounidense, Valls, y al encargado de asuntos políticos, Rafael Foley, que el Vaticano está muy preocupado porque la "desastrosa situación económica de la isla y la tensión política pueda desembocar en un baño de sangre".

Durante la reunión, Angelo Accatino, miembro de la secretaría de Estado, explica a Valls la visión de la Iglesia. Afirma que es preciso "dialogar, por desagradable que resulte", y sostiene que "el nuevo Fidel Castro del hemisferio occidental y su verdadero sucesor no es Raúl [Castro] sino Chávez", ya que este, a diferencia del primero, "tiene los ingresos del petróleo para financiar la revolución bolivariana".

El embajador Diaz, que es profesor de teología, anota con toda candidez que el Vaticano "está mucho más preocupado por Chávez que por Raúl, al considerarlo de más largo alcance (por no mencionar que es más joven)".

Ese encuentro se produjo unos días después de que el Gobierno de Obama incluyera a los ciudadanos cubanos entre aquellos que deben ser sometidos a vigilancia especial cuando lleguen por avión a Estados Unidos. El hombre de la nunciatura subraya a Valls la oposición del Vaticano a esa medida "injustificada", dice, ya que, razona, "aunque Cuba sea un Estado promotor del terrorismo, no supone una amenaza real para Estados Unidos".

Accatino atribuye la decisión de EE UU "puramente a razones de política interna". Y concluye: "Jugará a favor del núcleo duro del régimen que retrata a Estados Unidos como intrínsecamente hostil". Luego, pide a Estados Unidos que "evite acciones unilaterales contra Cuba porque", dice, "pueden ser utilizadas por los hermanos Castro y por Hugo Chávez", y porque, añade, "si la gente reacciona con violencia, algunos dentro y fuera de Cuba podrían culpar a Estados Unidos por haber contribuido a esa situación".

El enviado vaticano concluye su clase con un mensaje destinado a Obama: "EE UU no debería permitirse ser un rehén de su política interna", afirma, manteniendo "el contraproducente embargo".

El epígrafe titulado Bajen esas tarifas telefónicas refiere otro encuentro del embajador Diaz con el prelado de antecámara de Benedicto XVI, Nicolas Thevenin, que vivió en Cuba varios años, en el que este pide a Washington que se asegure de que las tarifas telefónicas para llamar a Estados Unidos sean "muy bajas" ya que eso, piensa Thevenin, "puede tener un impacto positivo en promover el cambio político en la isla".

¿Un plan antiterrorista contra Al Qaeda?

Otra nota secreta, del 19 de diciembre de 2008, esta enviada por la Embajada de Roma al Departamento de Estado (183904), hace sonreír y revela la distancia sideral que separaba a la antigua Administración Bush del Vaticano.

Firmada por la encargada de negocios Elizabeth Dibble (conocida por sus ácidas críticas a Silvio Berlusconi), narra el coloquio entre la número dos de la legación ante la Santa Sede, Julieta Valls, con el jefe de la Gendarmería vaticana, Domenico Giani.

Valls trasmite al jefe de seguridad que el FBI quiere coordinar un plan antiterrorista con el Vaticano para evitar un posible atentado de Al Qaeda contra el Papa para proteger, de paso, a los miles de turistas estadounidenses que visitan cada día San Pedro y los Museos Vaticanos. El Vaticano, dice el cable, ha sido reticente en el pasado a coordinar su seguridad con Estados Unidos dado que la Santa Sede "no quiere ser percibido como un Estado demasiado cercano a cualquier otro Estado".

Ante la insistencia de Valls, Giani accede, pero sin comprometerse a "mantener un diálogo amplio sobre la preparación y la capacidad del Vaticano para responder a un ataque terrorista".

El cable revela que "hace unos años", la propia Gendarmería vaticana había solicitado al FBI "entrenamiento específico en seguridad", y que hace "menos tiempo" pidió que algunos agentes de la Gendarmería "fueran entrenados en Quantico [sede de la academia del FBI]" para aprender "a buscar explosivos".
El presunto negocio del príncipe jordano

El cable secreto 189059, de 27 de enero de 2009, referido al diálogo entre católicos y judíos y al viaje papal a Tierra Santa, contiene otras posibles noticias a las que la embajada de EE UU ante la Santa Sede parece dar crédito, quizá porque proviene de una fuente aliada, en concreto del entonces recién nombrado embajador ante la Santa Sede, Mordechai Lewi.

El embajador afirma que Israel quiere mantener una relación buena con el Vaticano "para evitar problemas", aunque se muestra escéptico sobre el hecho de que el Papa "pueda ejercer alguna influencia sobre los árabes". Lewi desliza luego un comentario sobre sus vecinos jordanos. Afirma que pueden tener un interés pecuniario en la visita papal. El príncipe Ghazi, cuenta, "tiene intereses financieros en el posible desarrollo turístico del área cercana al lugar del (supuesto) bautismo de Jesús", en el río Jordán. "Y una visita del Papa sería buena para el negocio", concluye.




Fuente: ElPais.com / EE UU ve el Vaticano como un poder cerrado, provinciano y anticuado
Autor: Miguel Mora
Fotografía: ElPais.com / El Papa recibe al matrimonio Obama en una imagen de archivo

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lunes, 28 de junio de 2010

Vaticalia. La nobleza negra del Vaticano. Por Miguel Mora

Personas del entorno del Papa están implicadas en los escándalos de corrupción de la Protección Civil y de Propaganda Fide. Ha nacido un sistema de poder mixto que mezcla lo laico y lo religioso, la Iglesia y el Estado, Italia y el Vaticano, la curia con la élite civil
Los Gentilhombres de su Santidad forman parte de la familia pontificia como el comandante de la Guardia Suiza o los clérigos que trabajan con el Papa. Antes se llamaban Camareros de Capa y Espada, y los había secretos o de honor. En marzo de 1968, dos meses antes de que en París se prohibiera prohibir, en Roma Pablo VI abolió la Corte vaticana y creó los Gentilhombres. Montini escribió con un deje de pena: "Tanto en la Iglesia entera, especialmente después del concilio ecuménico Vaticano II, como en la opinión pública mundial se ha abierto camino una más atenta, digamos más celosa, sensibilidad sobre la preeminencia de los valores secamente espirituales, una exigencia de verdad, orden y realismo respecto a lo eficaz, funcional y lógico, frente a lo que es solo simbólico, decorativo y exterior".

Muerto el patriciado, parecía que la modernidad había llegado por fin al Vaticano. Y el papa trataba de explicarlo motu proprio: "Nuestra antigua y benemérita Corte -que ahora será designada únicamente con su original y noble apelativo de Casa Pontificia- seguirá resplandeciendo en su prestigio auténtico, comprendiendo a eclesiásticos y laicos que, además de su particular competencia y autoridad, se distingan por sus señalados servicios en el campo del apostolado, de la cultura, de la ciencia, de las distintas profesiones, por el bien de las almas y la gloria del nombre del Señor".

Que se sepa, los Gentilhombres de su Santidad no cobran del Vaticano, aunque a veces trabajan dando pompa a los ritos. Visten de negro riguroso y llevan la pechera del frac forrada de medallas. Altivos, huidizos y misteriosos, forman parte del club más exclusivo del mundo y tienen el rango más alto al que un laico puede aspirar en el Vaticano.

Hoy, la labor secreta de esta nueva nobleza negra es muy estimada en San Pedro. Su "competencia y autoridad" y sus "señalados servicios" suponen beneméritas acciones para la Santa Sede. En algunos casos, se diría que el requisito básico para entrar en el club es ayudar a engordar las arcas del Estado pontificio, el paraíso fiscal más rico, mejor decorado y más visitado del mundo.

Algunos gentilhombres son verdaderos prodigios de las finanzas. Tomemos a Herbert Batliner, por ejemplo. Nacido en 1928 en Liechtenstein, está considerado por la policía alemana uno de los mayores expertos en crear sociedades fiscalmente opacas, un gran especialista en lavar dinero negro. Batliner es uno de los banqueros que mueven en la sombra las finanzas vaticanas. El presidente de la Fundación Peter Kaiser lleva décadas trabajando en silencio por el bien de la Europa cristiana. Al menos desde 1970. Fue nombrado gentilhombre por Juan Pablo II en 1998, y lo sigue siendo todavía.

En el año 2000, según ha revelado un reciente reportaje de La Repubblica, un empleado del estudio de Batliner entregó a la Fiscalía de Bochum (Alemania) un CD lleno de datos secretos. En ese momento fue calificado como el rey de los evasores fiscales en un informe del servicio secreto alemán, que definió el "sistema Batliner" como un mecanismo que durante años había sustraído al fisco al menos 250 millones de euros.

A pesar de lo anterior, el 9 de septiembre de 2006, Batliner se encontró con el Papa Joseph Ratzinger en Ratisbona. Batliner llegó hasta allí para donar en persona a la iglesia local un órgano valorado en 730.000 euros. Sobre él pesaba una orden de busca y captura de la policía alemana. Pero logró entrar en el país gracias a los buenos oficios de la diplomacia vaticana. Y no fue detenido. Apenas un año después, en el verano de 2007, Batliner admitió sus culpas y pactó con el Estado alemán, aceptando pagar una multa de dos millones de euros. Cinco años antes, la Corte Suprema de Liechtenstein confirmó en una sentencia que Batliner ya era en 1990 el fiduciario del ecuatoriano Hugo Reyes Torres, señalado como jefe mafioso de la droga, que mientras tanto fue condenado.

Mientras Ratzinger predica en sus homilías y encíclicas la ética de la economía y clama contra los especuladores y "los sacerdotes que tratan de hacer carrera para enriquecerse", algunos miembros de este club de caballeros parecen llevarle la contraria.

No todos, claro. En el club laico papal figuran 147 notables. Aunque el título es vitalicio, el Papa puede revocarlo cuando lo considere oportuno. A Batliner no lo ha echado todavía. Pero a Angelo Balducci, sí.

Balducci es un ingeniero que durante 25 años se encargó de ejecutar las obras públicas en la región del Lazio, donde se hallan Roma y el Vaticano. De ahí pasó al Gobierno central como responsable del Consejo Superior de Obras Públicas. Tras una vida dedicada a mejorar las infraestructuras italianas y vaticanas, Balducci, de 62 años, vive ahora en la cárcel romana de Regina Coeli.

Desde febrero, Balducci es el principal imputado en el escándalo de corrupción de la todopoderosa Protección Civil italiana, que de momento tiene a más de 50 personas imputadas o bajo investigación. Desde 2001 hasta ahora, el superministerio que depende de la Presidencia del Gobierno ha gastado fondos públicos por valor de 13.000 millones de euros, según el último informe de la Autoridad para la Vigilancia de los Contratos Públicos.

El dinero era gestionado por el jefe de la Protección Civil, el secretario de Estado Guido Bertolaso, también acusado de corrupción, y por el ejecutor de las obras, Balducci, gracias a una argucia autorizada por el primer ministro, Silvio Berlusconi, para superar la maldita burocracia y afrontar las emergencias con más rapidez: la licitación de contratas públicas se hacía sin concurso, a dedo, derogando los procedimientos ordinarios.

Ese trato especial creó un monstruo de mil cabezas. La Protección Civil de Berlusconi no solo se encarga de las calamidades. También organiza pruebas deportivas como el Mundial de natación, cumbres internacionales como la del G-8, restauraciones de museos y teatros, y todo tipo de actividades religiosas.

La investigación de los fiscales de Perugia vinculó desde el principio a la Iglesia católica con la trama corrupta. Descubrió, por ejemplo, que el cura Evaldo Biasini, de 83 años, gerente de la Congregación de los Misioneros de la Preciosísima Sangre de Jesús, guardaba grandes cantidades de dinero en efectivo para el constructor Diego Anemone, a quien los fiscales acusan de haber recibido numerosas contratas de la Protección Civil a cambio de comisiones, regalos y favores de toda condición, desde masajes en su club deportivo hasta reformas de pisos. Desde aquel día, el anciano Don Evaldo ha pasado a ser conocido como "Don Bancomat" (don cajero automático).

El "sistema gelatinoso", como lo definieron los fiscales en su escrito de acusación, "toca nombres de gran espesor institucional" y se expande por diferentes vías pías. La lista de eventos católicos organizados por la Protección Civil y pagados en estos años por el contribuyente italiano es larga, desde la Gira por Italia del Papa en el Año Paulino hasta las exequias de Juan Pablo II o las canonizaciones del Padre Pío y de San Josemaría Escrivá.

Balducci fue nombrado gentilhombre por el Papa Wojtyla en 1995. Quince años después ha caído en desgracia y el Vaticano se ha visto obligado a cancelar su nombre del Anuario Pontificio. Pero su pecado, irónicamente, no fue robar. Balducci solo fue tachado de la lista cuando se hizo público que recurría a menudo a un tenor africano de la coral suplente de San Pedro para que le organizara citas con jóvenes seminaristas y sin papeles. Las escuchas telefónicas interceptadas al corista y el gentilhombre eran de este estilo: "Tengo un bailarín de la RAI". "Tengo un negro...".

Como Balducci, los caballeros papales destacan por sus contactos, su poderío y su patrimonio. En el índice abundan los banqueros, empresarios, príncipes, políticos y diplomáticos. Italia encabeza de largo la lista, con 114 gentiluomini. Les siguen, con siete, Estados Unidos, y con cinco, Austria y España.

Pocos meses después de llegar al trono en 2005, Benedicto XVI nombró sus primeros siete gentilhombres. Aunque la doctrina y la teología son los asuntos favoritos del Papa alemán, también le preocupa la eficacia organizativa. En esa primera lista apareció el personaje central de las peligrosas amistades Iglesia-Estado. Se trata del periodista y político Gianni Letta, de 75 años, secretario de Estado de Presidencia del Gobierno y número dos de facto del Ejecutivo de Berlusconi en 1994, 2001 y 2008, mentor y protector de Guido Bertolaso, heredero del estilo y el arte para la fontanería política de Giulio Andreotti.

Curiosamente, el poderoso Letta se convirtió en gentilhombre muchos años más tarde que el anónimo técnico Balducci. Ex forense, ex director de Il Tempo y ex periodista de Mediaset, vicepresidente de Fininvest Comunicaciones, supervisor de los servicios secretos y consejero externo de Goldman Sachs para inversiones en Italia, Letta es quizá el único berlusconiano que adora negociar. Se lleva bien con todos, y se comenta que es el único político italiano capaz de contentar a la masonería y al Opus Dei. Es el gran mediador, el hombre que levanta el teléfono cuando hay problemas.

Y su referente en la Curia es Ratzinger. "Bajo su apariencia de hombre religioso, la factura que pasa Letta al Vaticano es la más discreta, pero también la más cara", afirma el sacerdote y vaticanista Filippo di Giacomo. "El doctor Letta tiene tanto poder que se permite nombrar obispos a su conveniencia, como hizo hace unos meses en L'Aquila al promover a su amigo Giovanni d'Ercole".

En el plano familiar, Letta no está solo. Su sobrino Enrico es un alto dirigente católico del Partido Demócrata. Su hija Marina está casada con el restaurador Ottaviani: suyo es el monopolio de los caterings de la Protección Civil. Hasta ahora, el nombre de Letta solo ha aparecido de forma colateral en las 410.000 llamadas telefónicas que los fiscales tienen depositadas en Perugia. Aunque en noviembre de 2008 fue imputado por abuso de poder y estafa en un asunto que parece distinto pero no lo es tanto: supuestamente, medió a favor de una cooperativa del movimiento Comunión y Liberación para la contrata de un centro de asistencia para inmigrantes.

Cuando se destapó el caso de la Protección Civil, el Papa dedicó a Letta un "pensamiento especial" durante un discurso público. Cosa infrecuente, que significa: es un amigo. ¿Cómo se explica esa condescendencia en un Papa tan estricto? Según el filósofo Paolo Flores d'Arcais, el problema de Ratzinger es que está atrapado en un dilema existencial e histórico. "Estoy convencido de que su voluntad de limpiar la Iglesia de los dos pecados capitales, sexo y dinero, es seria", dice el director de la revista Micromega. "Su línea es la del concilio de Trento: dogmatismo a ultranza y ataque a los comportamientos inmorales. Quiere acabar con los curas pederastas y los prelados corruptos. Pero hacerlo supone un imposible: sentar en el banquillo a Wojtyla. Y eso no es tan fácil como pedir perdón por la condena a Galileo. Supondría reconocer que su antecesor encubrió a Paul Marcinkus (presidente del Banco vaticano IOR entre 1971 y 1989) y a Marcial Maciel (dirigente de los Legionarios de Cristo). Limpiar de verdad le obligaría a sacar a la luz porquería a granel y a despedir a media curia. Pero si no lo hace, la Iglesia seguirá perdiendo credibilidad. Ese es su dilema".

Letta es el perno de la alianza de Berlusconi con el cardenal Camillo Ruini, ex jefe de la Conferencia Episcopal Italiana y creador del proyecto cultural que ayudó a arrebatar a la izquierda la hegemonía intelectual e informativa en Italia. Cuando la Democracia Cristiana desapareció en 1993 bajo el seísmo de Tangentópolis (el escándalo de las comisiones de los partidos), sus componentes se repartieron entre Forza Italia y la católica Margarita del centro-izquierda. Luego, el católico Romano Prodi nombró a Guido Bertolaso jefe de la Protección Civil en 1996. Y el católico Francesco Rutelli, ex alcalde de Roma, puso a trabajar juntos a Balducci y a Bertolaso en el Año Santo del Jubileo.

Allí nació el sistema gelatinoso. El cardenal Crescenzio Sepe, que acaba de ser imputado por corrupción, era el secretario general del comité organizador jubilar. El Año Santo fue una mayonesa de negocios, obras, subvenciones, regalos, silencios y favores que ligó a altos funcionarios públicos con la curia del Opus Dei y los Legionarios de Cristo.

Protegido de Wojtyla, Sepe, ahora arzobispo de Nápoles, fue entre 2001 y 2006 el responsable de Propaganda Fide, hoy llamada Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Es el ministerio vaticano que se encarga de financiar las misiones y de gestionar el patrimonio inmobiliario vaticano. Y su asesor principal era Angelo Balducci.

La acusación sostiene que el cardenal Sepe concedió gratis uno de los 2.000 apartamentos que Propaganda Fide posee en Roma al jefe de la Protección Civil, Guido Bertolaso. Y que además vendió en 2004 un lujoso palacete romano a precio de ganga (entre tres y cuatro millones de euros, cuando valía nueve o diez) al entonces ministro de Infraestructuras, Pietro Lunardi, también acusado formalmente por esa operación. La hipótesis de los fiscales es que, a cambio, Lunardi financió con dinero estatal de la sociedad Arcus obras millonarias de Propaganda Fide que nunca fueron realizadas.

El cardenal se ha defendido acusando a sus superiores: "La Administración vaticana aprobó todas las operaciones", ha dicho. E insiste en considerarse un mártir: "Trabajé siempre con transparencia y por el bien de la Iglesia, una Iglesia siempre perseguida". Según Sepe, fue Francesco Silvano, otro de sus asesores en Propaganda Fide, miembro de Comunión y Liberación y actual ecónomo del arzobispado de Nápoles, quien le recomendó prestar y malvender las propiedades.

La investigación ha revelado que los pisos son el principal objeto de intercambio de favores entre Italia y el Vaticano. Jefes de los servicios secretos, de la Policía Fiscal, de los Carabineros, magistrados, políticos, empresarios y el propio Bruno Vespa, el periodista favorito de Berlusconi y de Wojtyla, viven o han vivido en apartamentos de Propaganda Fide.

El cardenal Sepe fue apartado de Propaganda Fide por Benedicto XVI, en lo que hoy parece un intento de alejar a la curia italiana, y a Comunión y Liberación, de la gestión inmobiliaria. Tras cinco años de papado, es un secreto a voces que Ratzinger no se fía de su curia, si exceptuamos un pequeño puñado de fieles. Aunque ha ido relevando al núcleo duro de Wojtyla, el Gobierno vaticano sigue en manos de grupos como el Opus Dei -sus portavoces se empeñan en negarlo-, la citada Comunión y Liberación y los Legionarios de Cristo, aunque hoy esté a punto de desaparecer como movimiento carismático para pagar por los delitos de su fundador.

Los movimientos eclesiales han ganado peso en el Vaticano desde el último concilio. En apariencia solidarios, luchan por el control de los mejores puestos y negocios, y en la refriega olvidan lo que haga falta del Evangelio y se dedican a un ajuste de cuentas permanente, mientras los creyentes asisten atónitos al espectáculo.

Los laicos eclesiales controlan amplios sectores de la política, la información, la empresa, la caridad, la educación, la sanidad y la magistratura. En Roma ejercen una influencia cada vez mayor, en estrecha y democrática connivencia con el centro-derecha ateo-devoto, pero también con la lánguida oposición del Partido Democrático y la curia de los buenos y felices tiempos del Papa viajero.

La fragilidad de las órdenes religiosas, castigadas por la escasez de vocaciones, ha favorecido la sofocante presencia de los laicos. "En 1998, Ratzinger alentó la integración laica durante un congreso organizado por Wojtyla", recuerda Paolo Ciani, miembro de la Comunidad de San Egidio, un movimiento eclesial que cuenta con 50.000 voluntarios repartidos por el mundo y solo 25 empleados. "Ratzinger releyó la experiencia de las órdenes religiosas y monásticas junto a la de los movimientos eclesiales, y reconoció a estas, con su dinamismo y competencia, un papel en la Iglesia. El mensaje era que para sobrevivir había que fiarse del rebaño fiel".

Hoy, la Curia romana es una ingobernable y anquilosada maquinaria que cuesta anualmente al Vaticano 102,5 millones de euros. La estructura depende de la Secretaría de Estado, una suerte de consejo de administración con un presidente (el secretario de Estado) y un director general (el sustituto), las dos únicas personas que tienen acceso directo al despacho del Papa. En el Vaticano trabajan 2.748 personas. De ellas, 778 son eclesiásticos, frente a 333 religiosos y 1.637 laicos (de estos, 425 son mujeres).

Los laicos han tomado el poder cooptando a obispos y cardenales menos cristianos de lo que se supone. "La nulidad de la curia se debe a su falta de formación y a su exceso de italianidad", explica el sacerdote y canonista Filippo di Giacomo. "De las diócesis llega el personal con cuentagotas porque a los obispos les cuesta enviar a sus mejores hombres. Las órdenes, antes cantera privilegiada de inteligencia y talento, tienen cada vez menos materia gris a la que recurrir. Los buenos llegan a obispos, y a la curia solo llega lo peor de cada familia".

Así ha nacido un sistema de poder mixto que confunde lo laico y lo religioso, la Iglesia y el Estado, Italia y el Vaticano, la curia con la élite civil. El sistema se basa en un enorme poder económico, sensación de impunidad, gusto por la omertà y el encubrimiento y la capacidad de infiltración.
La ambición de ese sistema es lograr la fusión fría entre Italia y el Vaticano. En sus esquemas mentales, esta nueva curia negociante y carnal no visualiza dos Estados, sino un único país que se podría llamar, abreviando, Vaticalia. " ¡Imposible fiarse de truhanes que usan a Dios para colmar su atrofiada vanidad!", dice el cura genovés Paolo Farinella.

La gran caja fuerte laica del momento se llama Comunión y Liberación (CL). Nacida en 1954 y denominada así desde 1969, está presente en 70 países; en Italia controla empresas, medios de información, diócesis, colegios, universidades, hospitales privados y públicos, e incluso un holding de cooperativas sociales, Auxilium, que gestiona varios centros de identificación y expulsión de inmigrantes para el Ministerio del Interior.

"Desde hace 20 años, CL es el brazo clerical de la ultraderecha milanesa", explica Di Giacomo. "Su estrategia es cultural y política. Sus curas pueblan los seminarios lombardos; sus prelados se movilizan lo que haga falta". Afirma también que sus jefes ideológicos dictan la ley en diferentes periódicos y que su presencia es constante en televisiones y radios: "Mandan a derecha e izquierda".

Roberto Formigoni es desde hace 15 años presidente de Lombardía, la región italiana con la renta más alta de Europa junto con la de París-Ile de France. Pertenece de pleno derecho, y no lo oculta, a Comunión y Liberación. Eso podría permitirle incluso aspirar a suceder a Berlusconi. En los últimos meses, el gobernador ha repartido entre los hombres de CL, más conocida como I cielini (los cielitos), los puestos fundamentales de la organización de la Expo de Milán 2015. Un paraíso de contratos públicos, privados y mixtos en el que la magistratura ha detectado ya la penetración de las mafias.

Casi cada día salen a la luz nuevas amistades peligrosas. Hace unas semanas, los jueces enviaron una comisión rogatoria al Vaticano porque sospechan que el tesoro oculto de la cricca (la banda) gelatinosa puede estar depositado en el IOR (Instituto para las Obras Religiosas). Y esta semana han reclamado por vía oficial los documentos de Propaganda Fide, la inmobiliaria de la Santa Sede.

Aunque el trabajo de los fiscales es exhaustivo, en Vaticalia se sabe que no lo tendrán fácil para apurar la verdad. El Vaticano sigue siendo un paraíso fiscal, el concordato le concede amplias cuotas de inmunidad y las cuentas secretas que prosperan a la sombra del IOR, la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica), la vieja Propaganda Fide y un largo número de sociedades participadas son el secreto mejor custodiado.

Pese a las apelaciones a la limpieza de Raztinger, las cosas no parecen haber cambiado mucho. Aquí los misterios se resuelven con tiempo. Con mucho tiempo. Balducci es de momento el gran chivo expiatorio. Durante 15 años, nadie vio nada ni sospechó nada: era un gentilhombre y las campanas tocaban a omertà. Hoy se habla de él, pero pronto todo volverá a su ser y la gelatina seguirá extendiéndose. A día de hoy, junio de 2010, los italianos todavía no tienen una ley de parejas de hecho; los inmigrantes sin papeles son considerados delincuentes y no se respeta el derecho de asilo; los homosexuales son agredidos cada día por la calle, y las mujeres que quieren someterse a inseminación artificial deben emigrar.




Fuente: ElPais.com
Autor: Miguel Mora. corresponsal en Roma, Italia, de El País de España.
Fotografia: viñeta de Eneko / 20minutos.es

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lunes, 24 de mayo de 2010

Carta abierta a los obispos católicos de todo el mundo. Por Hans Küng

El teólogo Hans Küng juzga el pontificado de Benedicto XVI como el de las oportunidades perdidas. En el quinto aniversario de su llegada al Vaticano, pide al clero que reaccione ante la crisis de la Iglesia, agudizada por los abusos a menores.

Estimados obispos,

Joseph Ratzinger, ahora Benedicto XVI, y yo fuimos entre 1962 1965 los dos teólogos más jóvenes del concilio. Ahora, ambos somos los más ancianos y los únicos que siguen plenamente en activo. Yo siempre he entendido también mi labor teológica como un servicio a la Iglesia. Por eso, preocupado por esta nuestra Iglesia, sumida en la crisis de confianza más profunda desde la Reforma, os dirijo una carta abierta en el quinto aniversario del acceso al pontificado de Benedicto XVI. No tengo otra posibilidad de llegar a vosotros.

Aprecié mucho que el papa Benedicto, al poco de su elección, me invitara a mí, su crítico, a una conversación de cuatro horas, que discurrió amistosamente. En aquel momento, eso me hizo concebir la esperanza de que Joseph Ratzinger, mi antiguo colega en la Universidad de Tubinga, encontrara a pesar de todo el camino hacia una mayor renovación de la Iglesia y el entendimiento ecuménico en el espíritu del Concilio Vaticano II.

Mis esperanzas, y las de tantos católicos y católicas comprometidos, desgraciadamente no se han cumplido, cosa que he hecho saber al papa Benedicto de diversas formas en nuestra correspondencia. Sin duda, ha cumplido concienzudamente sus cotidianas obligaciones papales y nos ha obsequiado con tres útiles encíclicas sobre la fe, la esperanza y el amor. Pero en lo tocante a los grandes desafíos de nuestro tiempo, su pontificado se presenta cada vez más como el de las oportunidades desperdiciadas, no como el de las ocasiones aprovechadas:

- Se ha desperdiciado la oportunidad de un entendimiento perdurable con los judíos: el Papa reintroduce la plegaria preconciliar en la que se pide por la iluminación de los judíos y readmite en la Iglesia a obispos cismáticos notoriamente antisemitas, impulsa la beatificación de Pío XII y sólo se toma en serio al judaísmo como raíz histórica del cristianismo, no como una comunidad de fe que perdura y que tiene un camino propio hacia la salvación. Los judíos de todo el mundo se han indignado con el predicador pontificio en la liturgia papal del Viernes Santo, en la que comparó las críticas al Papa con la persecución antisemita.
- Se ha desperdiciado la oportunidad de un diálogo en confianza con los musulmanes; es sintomático el discurso de Benedicto en Ratisbona, en el que, mal aconsejado, caricaturizó al islam como la religión de la violencia y la inhumanidad, atrayéndose así la duradera desconfianza de los musulmanes.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de la reconciliación con los pueblos nativos colonizados de Latinoamérica: el Papa afirma con toda seriedad que estos "anhelaban" la religión de sus conquistadores europeos.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de ayudar a los pueblos africanos en la lucha contra la superpoblación, aprobando los métodos anticonceptivos, y en la lucha contra el sida, admitiendo el uso de preservativos.

- Se ha desperdiciado la oportunidad de concluir la paz con las ciencias modernas: reconociendo inequívocamente la teoría de la evolución y aprobando de forma diferenciada nuevos ámbitos de investigación, como el de las células madre.
- Se ha desperdiciado la oportunidad de que también el Vaticano haga, finalmente, del espíritu del Concilio Vaticano II la brújula de la Iglesia católica, impulsando sus reformas.

Este último punto, estimados obispos, es especialmente grave. Una y otra vez, este Papa relativiza los textos conciliares y los interpreta de forma retrógrada contra el espíritu de los padres del concilio. Incluso se sitúa expresamente contra el concilio ecuménico, que según el derecho canónico representa la autoridad suprema de la Iglesia católica:

- Ha readmitido sin condiciones en la Iglesia a los obispos de la Hermandad Sacerdotal San Pío X, ordenados ilegalmente fuera de la Iglesia católica y que rechazan el concilio en aspectos centrales.

- Apoya con todos los medios la misa medieval tridentina y él mismo celebra ocasionalmente la eucaristía en latín y de espaldas a los fieles.
- No lleva a efecto el entendimiento con la Iglesia anglicana, firmado en documentos ecuménicos oficiales (ARCIC), sino que intenta atraer a la Iglesia católico-romana a sacerdotes anglicanos casados renunciando a aplicarles el voto de celibato.

- Ha reforzado los poderes eclesiales contrarios al concilio con el nombramiento de altos cargos anticonciliares (en la Secretaría de Estado y en la Congregación para la Liturgia, entre otros) y obispos reaccionarios en todo el mundo.

El Papa Benedicto XVI parece alejarse cada vez más de la gran mayoría del pueblo de la Iglesia, que de todas formas se ocupa cada vez menos de Roma y que, en el mejor de los casos, aún se identifica con su parroquia y sus obispos locales.

Sé que algunos de vosotros padecéis por el hecho de que el Papa se vea plenamente respaldado por la curia romana en su política anticonciliar. Esta intenta sofocar la crítica en el episcopado y en la Iglesia y desacreditar por todos los medios a los críticos. Con una renovada exhibición de pompa barroca y manifestaciones efectistas cara a los medios de comunicación, Roma trata de exhibir una Iglesia fuerte con un "representante de Cristo" absolutista, que reúne en su mano los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Sin embargo, la política de restauración de Benedicto ha fracasado. Todas sus apariciones públicas, viajes y documentos no son capaces de modificar en el sentido de la doctrina romana la postura de la mayoría de los católicos en cuestiones controvertidas, especialmente en materia de moral sexual. Ni siquiera los encuentros papales con la juventud, a los que asisten sobre todo agrupaciones conservadoras carismáticas, pueden frenar los abandonos de la Iglesia ni despertar más vocaciones sacerdotales.

Precisamente vosotros, como obispos, lo lamentaréis en lo más profundo: desde el concilio, decenas de miles de obispos han abandonado su vocación, sobre todo debido a la ley del celibato. La renovación sacerdotal, aunque también la de miembros de las órdenes, de hermanas y hermanos laicos, ha caído tanto cuantitativa como cualitativamente. La resignación y la frustración se extienden en el clero, precisamente entre los miembros más activos de la Iglesia. Muchos se sienten abandonados en sus necesidades y sufren por la Iglesia. Puede que ese sea el caso en muchas de vuestras diócesis: cada vez más iglesias, seminarios y parroquias vacíos. En algunos países, debido a la carencia de sacerdotes, se finge una reforma eclesial y las parroquias se refunden, a menudo en contra de su voluntad, constituyendo gigantescas "unidades pastorales" en las que los escasos sacerdotes están completamente desbordados.

Y ahora, a las muchas tendencias de crisis todavía se añaden escándalos que claman al cielo: sobre todo el abuso de miles de niños y jóvenes por clérigos -en Estados Unidos, Irlanda, Alemania y otros países- ligado todo ello a una crisis de liderazgo y confianza sin precedentes. No puede silenciarse que el sistema de ocultamiento puesto en vigor en todo el mundo ante los delitos sexuales de los clérigos fue dirigido por la Congregación para la Fe romana del cardenal Ratzinger (1981-2005), en la que ya bajo Juan Pablo II se recopilaron los casos bajo el más estricto secreto. Todavía el 18 de mayo de 2001, Ratzinger enviaba un escrito solemne sobre los delitos más graves (Epistula de delitos gravioribus) a todos los obispos. En ella, los casos de abusos se situaban bajo el secretum pontificium, cuya vulneración puede atraer severas penas canónicas. Con razón, pues, son muchos los que exigen al entonces prefecto y ahora Papa un mea culpa personal. Sin embargo, en Semana Santa ha perdido la ocasión de hacerlo. En vez de ello, el Domingo de Ramos movió al decano del colegio cardenalicio a levantar urbi et orbe testimonio de su inocencia.

Las consecuencias de todos estos escándalos para la reputación de la Iglesia católica son devastadoras. Esto es algo que también confirman ya dignatarios de alto rango. Innumerables curas y educadores de jóvenes sin tacha y sumamente comprometidos padecen bajo una sospecha general. Vosotros, estimados obispos, debéis plantearos la pregunta de cómo habrán de ser en el futuro las cosas en nuestra Iglesia y en vuestras diócesis. Sin embargo, no querría bosquejaros un programa de reforma; eso ya lo he hecho en repetidas ocasiones, antes y después del concilio. Sólo querría plantearos seis propuestas que, es mi convicción, serán respaldadas por millones de católicos que carecen de voz.

1. No callar: en vista de tantas y tan graves irregularidades, el silencio os hace cómplices. Allí donde consideréis que determinadas leyes, disposiciones y medidas son contraproducentes, deberíais, por el contrario, expresarlo con la mayor franqueza. ¡No enviéis a Roma declaraciones de sumisión, sino demandas de reforma!

2. Acometer reformas: en la Iglesia y en el episcopado son muchos los que se quejan de Roma, sin que ellos mismos hagan algo. Pero hoy, cuando en una diócesis o parroquia no se acude a misa, la labor pastoral es ineficaz, la apertura a las necesidades del mundo limitada, o la cooperación mínima, la culpa no puede descargarse sin más sobre Roma. Obispo, sacerdote o laico, todos y cada uno han de hacer algo para la renovación de la Iglesia en su ámbito vital, sea mayor o menor. Muchas grandes cosas en las parroquias y en la Iglesia entera se han puesto en marcha gracias a la iniciativa de individuos o de grupos pequeños. Como obispos, debéis apoyar y alentar tales iniciativas y atender, ahora mismo, las quejas justificadas de los fieles.

3. Actuar colegiadamente: tras un vivo debate y contra la sostenida oposición de la curia, el concilio decretó la colegialidad del Papa y los obispos en el sentido de los Hechos de los Apóstoles, donde Pedro tampoco actuaba sin el colegio apostólico. Sin embargo, en la época posconciliar los papas y la curia han ignorado esta decisión central del concilio. Desde que el papa Pablo VI, ya a los dos años del concilio, publicara una encíclica para la defensa de la discutida ley del celibato, volvió a ejercerse la doctrina y la política papal al antiguo estilo, no colegiado. Incluso hasta en la liturgia se presenta el Papa como autócrata, frente al que los obispos, de los que gusta rodearse, aparecen como comparsas sin voz ni voto. Por tanto, no deberíais, estimados obispos, actuar solo como individuos, sino en comunidad con los demás obispos, con los sacerdotes y con el pueblo de la Iglesia, hombres y mujeres.

4. La obediencia ilimitada sólo se debe a Dios: todos vosotros, en la solemne consagración episcopal, habéis prestado ante el Papa un voto de obediencia ilimitada. Pero sabéis igualmente que jamás se debe obediencia ilimitada a una autoridad humana, solo a Dios. Por tanto, vuestro voto no os impide decir la verdad sobre la actual crisis de la Iglesia, de vuestra diócesis y de vuestros países. ¡Siguiendo en todo el ejemplo del apóstol Pablo, que se enfrentó a Pedro y tuvo que "decirle en la cara que actuaba de forma condenable" (Gal 2, 11)! Una presión sobre las autoridades romanas en el espíritu de la hermandad cristiana puede ser legítima cuando estas no concuerden con el espíritu del Evangelio y su mensaje. La utilización del lenguaje vernáculo en la liturgia, la modificación de las disposiciones sobre los matrimonios mixtos, la afirmación de la tolerancia, la democracia, los derechos humanos, el entendimiento ecuménico y tantas otras cosas sólo se han alcanzado por la tenaz presión desde abajo.

5. Aspirar a soluciones regionales: es frecuente que el Vaticano haga oídos sordos a demandas justificadas del episcopado, de los sacerdotes y de los laicos. Con tanta mayor razón se debe aspirar a conseguir de forma inteligente soluciones regionales. Un problema especialmente espinoso, como sabéis, es la ley del celibato, proveniente de la Edad Media y que se está cuestionando con razón en todo el mundo precisamente en el contexto de los escándalos por abusos sexuales. Una modificación en contra de la voluntad de Roma parece prácticamente imposible. Sin embargo, esto no nos condena a la pasividad: un sacerdote que tras madura reflexión piense en casarse no tiene que renunciar automáticamente a su estado si el obispo y la comunidad le apoyan. Algunas conferencias episcopales podrían proceder con una solución regional, aunque sería mejor aspirar a una solución para la Iglesia en su conjunto. Por tanto:

6. Exigir un concilio: así como se requirió un concilio ecuménico para la realización de la reforma litúrgica, la libertad de religión, el ecumenismo y el diálogo interreligioso, lo mismo ocurre en cuanto a solucionar el problema de la reforma, que ha irrumpido ahora de forma dramática. El concilio reformista de Constanza en el siglo previo a la Reforma acordó la celebración de concilios cada cinco años, disposición que, sin embargo, burló la curia romana. Sin duda, esta hará ahora cuanto pueda para impedir un concilio del que debe temer una limitación de su poder. En todos vosotros está la responsabilidad de imponer un concilio o al menos un sínodo episcopal representativo.

La apelación que os dirijo en vista de esta Iglesia en crisis, estimados obispos, es que pongáis en la balanza la autoridad episcopal, revalorizada por el concilio. En esta situación de necesidad, los ojos del mundo están puestos en vosotros. Innúmeras personas han perdido la confianza en la Iglesia católica. Para recuperarla sólo valdrá abordar de forma franca y honrada los problemas y las reformas consecuentes. Os pido, con todo el respeto, que contribuyáis con lo que os corresponda, cuando sea posible en cooperación con el resto de los obispos; pero, si es necesario, también en solitario, con "valentía" apostólica (Hechos 4, 29-31). Dad a vuestros fieles signos de esperanza y aliento y a nuestra iglesia una perspectiva.

Os saluda, en la comunión de la fe cristiana,

Hans Küng.




Fuente: ElPais.com
Autor: Hans Küng (Suiza, 1928-), es un sacerdote católico, teólogo controvertido y prolífico autor. Desde 1995 es Presidente de la Fundación por una Ética Mundial (Stiftung Weltethos). Küng es "un sacerdote católico en activo", pero el Vaticano ha anulado su autoridad para enseñar teología católica. A pesar de ello permanece en la Universidad de Tübingen como profesor de Teología Ecuménica, donde imparte clases como profesor emérito desde 1996. A pesar de no tener permiso para enseñar teología católica, ni su obispo ni la Santa Sede han revocado sus facultades sacerdotales.
Traducción: Jesús Alborés Rey
Fotografía: Mitras. Obispos en una misa celebrada por los prelados fallecidos / Reuters

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lunes, 5 de abril de 2010

Los papas y el sexo: Cómo la Iglesia Católica ha podido ocultar 40 años de pederastia

La “conspiración de silencio” que nace con Juan XXIII

Se amenazó con la excomunión a quien difundiera algún caso

En 1962 el Papa Juan XXIII firma un escrito titulado Crimen de Solicitación o Crimen Sollicitationis (ver el documento original en latín "Intructio de modo procedendi in Causis Sollicitationis") en el que se fijaba el procedimiento a seguir en los casos de "pecados secretos" de miembros del clero. El texto permaneció oculto hasta 2003 cuando diversos medios de comunicación lo sacaron a la luz. Básicamente la orden del papa era mantener ocultos los abusos sexuales en la Iglesia.

Según narra Eric Frattini en su libro Los papas y el Sexo, "El documento (...) ordenaba a los obispos a actuar de la forma ‘más secreta' y a ‘observar el más estricto secreto. Siendo la divulgación de alguno de los casos considerada merecedora de pena de excomunión'."

Así fue como el conocido popularmente como "El papa bueno" encubría bajo un manto de mutismo a todos los implicados en casos abusos sexuales. Estipulaba que sólo un tribunal eclesial debia de actuar contra los estos delitos.

Esta "conspiración del silencio" vivió sus últimos coletazos, antes de hacerse pública, durante el papado de Juan Pablo II.

Los cardenales Joseph Ratzinger y Tarcisio Bertone emiten en 2001 el documento interno "De delictis gravioribus" (ver texto original en latín, haciendo clic aquí / o la traduccion del mismo al español, haciendo clic aquí) el que informan de cómo tratar de modo aún más privado estos procesos, sobre todo los relacionados con niños. Exigía que las denuncias fueran enviadas sólo y directamente a la Congregación para la Doctrina de la Fe que dirigía el propio Ratzinger.

Según reza el documento Vaticano: "Deben permanecer secretos y ser juzgados con rigor en un proceso interno".*


"El gran cáncer del catolicismo desde su creación ha sido el celibato"

Después de escribir la Historia de la Iglesia Católica a través de las oscuras relaciones de 261 pontífices con el sexo, el autor confiesa haber aprendido que el celibato entre los miembros del clero ha resultado profundamente dañino para la Iglesia.

"En el protestantismo o en el luteranismo, dónde a los religiosos se les permite casarse y tener hijos, no se conocen casos de abusos sexuales a niños como se han dado en la Iglesia Católica".

Como cuenta Eric Frattini en Los papas y el sexo (Ed. Espasa) la conspiración de silencio de la Iglesia sobre los casos de pederastia nace en 1963 con la firma de Juan XXIII en un documento en el que se establece, como norma pontificia, que se deben esconder todos los casos de abusos sexuales contra niños."

"Durante el Papado de Juan Pablo II, uno de los hombres que más ayudó a silenciar estos abusos fue Joseph Ratzinger como prefecto de la Doctrina de la Fe."

Así, en uno de los pasajes del libro se relata cómo una jueza federal de EEUU había dado la orden para detener al ya nombrado como Benedicto XVI en cuanto pisara suelo de aquel país. Se le acusaba de encubridor de estos crímenes durante su etapa anterior con Juan Pablo II (ver "Ratzinger en la ratonera").

"Sólo las rápidas gestiones del Vaticano con la Secretaria de Estado de EEUU hicieron posible que el nuevo Papa gozara de inmunidad diplomática como Jefe de Estado."

Esto es sólo una fracción de los 2010 años de Historia de la Iglesia que se recogen en "Los papas y el sexo". Un recorrido oculto e inhóspito entre las prácticas sexuales más sorprendentes y los delitos más atroces que cometieron algunos de los máximos responsables de esta Institución. Ya lo dice Antonio Piñero en el prólogo: "(Estamos ante) una institución que ha sobrevivido a pesar de la notable indignidad de muchos de sus jefes supremos".**


Video: "Los Papas y el sexo". Entrevista a Eric Frattini realizada por Miguel Pato.



Podscast: 'Los papas y el sexo con Eric Frattini' / Programa "Espacio en Blanco" (integro) de la Radio Nacional de España (RNE), emitido el 13 de febrero de 2010. (Algunas expresiones y conceptos expresados en esta entrevista no estamos de acuerdo, pero creemos muy interesante compartirla con nuestros amigos lectores. Editor)





* Fuente: PeriodistaDigital.com
Autor: Miguel Pato / 29 de marzo de 2010
**Fuente: PeriodistaDigital.com
Autor: Miguel Pato, 22 de marzo de 2010

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lunes, 25 de enero de 2010

Benedicto XVI visita la sinagoga de Roma en medio de la polémica

Importantes ausencias en su visita
"¡Esperemos que la plaga del antisemitismo se haya acabado para siempre!". Eso ha asegurado Benedicto XVI durante la visita que esta tarde ha realizado a la sinagoga de Roma, en la que no ha dudado en abordar la espinosa cuestión del papel que jugó el Vaticano y en defender la polémica actuación del Papa Pío XII ante el Holocausto.

"¿Cómo no recordar a los judíos romanos que fueron sacados de sus casas, ante estos muros, y asesinados con tremenda brutalidad en Auschwitz? ¿Cómo olvidar sus caras, su nombres, sus lágrimas, la desesperación de esos hombres, mujeres y niños? El exterminio del pueblo de Moisés, al principio anunciado y después sistemáticamente programado y puesto en práctica en Europa bajo el régimen nazi, llegó ese día hasta Roma", ha señalado el pontífice.

Ratzinger no ha dudado en condenar la indiferencia que muchos mostraron ante el Holocausto. "Pero muchos, incluidos muchos católicos italianos, reaccionaron con valentía con frecuencia arriesgando sus propias vidas para asistir a los fugitivos judíos", destacaba. "También la Sede Apostólica llevó a cabo una acción de socorro, con frecuencia escondida y discreta", destacaba.

Pero no todos comparten esa opinión. El propio Riccardo Pacifici, presidente de la comunidad hebrea de Roma, no ha dejado pasar la oportunidad de señalar ante Benedicto XVI el dudoso papel jugado por Pío XII durante la II Guerra Mundial durante el discurso con el que dio la bienvenida a Benedicto XVI a la sinagoga de Roma y en el que no pudo evitar que se le saltaran las lágrimas al recordar a sus padres muertos en Auschwitz.

"Mis tíos, sin embargo, se salvaron gracias a que encontraron refugio en un convento de monjas en Florencia. No fue un caso aislado. Numerosos religiosos pusieron en peligro sus propias vidas sin pedir nada a cambio. Por eso el silencio de Pio XII duele aún más", sentenciaba.

Además, algunas ausencias también hablan por si mismas. Entre las más sonadas, la de Piero Terracina, un judío de 82 años que sobrevivió al Holocausto y que ha querido mostrar su disenso con Benedicto XVI no acudiendo a la sinagoga de Roma. O la de Giuseppe Laras, presidente de la asamblea rabínica italiana, quien hace ya días que anunció que tampoco participará en la cita.

"¿Dé qué puedo hablar con Ratzinger? ¿De que haya desempolvado la vieja oración en la que se pide por la conversión de los judíos? ¿De que haya aceptado el regreso a la Iglesia de los lefebvrianos, quienes niegan la Shoah? ¿Sobre la beatificación de Pío XII, que excomulgó a comunistas pero ignoró las persecuciones nazis contra los judíos?", asegura Laras, enumerando algunas de las decisiones de Benedicto XVI que han enfurecido a la comunidad judía.

La de Roma es la tercera sinagoga que Joseph Ratzinger visita desde que hace casi cinco años fuera elegido Papa (la primera fue la de Colonia en agosto de 2005 y la segunda la de Nueva York en 2008). No está mal, sobre todo teniendo en cuenta que hace sólo 24 años, e 13 de abril de 198, Juan Pablo II se convirtió en el primer pontífice de la historia en adentrarse en un templo hebreo.


- Nota relacionada: Visita del Papa a la sinagoga, buena sorpresa para el embajador israelí


Fuente: ElMundo.es
Autor: Irene Hdez. Velasco (Corresponsal en Roma)

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