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lunes, 22 de agosto de 2011

La gran cruzada

Bachmann, Perry y Romney, los tres principales aspirantes a dar la batalla contra el presidente Obama en las elecciones de 2012, ven la política bajo el prisma de su fundamentalismo cristiano A poco más de un año de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, la religión se ha convertido en un factor decisivo entre los candidatos republicanos. El presidente Barack Obama, que se presenta a la reelección en noviembre de 2012, atraviesa uno de sus momentos más bajos en las encuestas de popularidad. Este hecho, junto con la lentitud de la recuperación económica, ha dado alas a todo tipo de candidatos republicanos. En junio comenzó el aluvión de candidaturas conservadoras. Entre ellas, hay protestantes de las ramas baptista, luterana, metodista y evangélica; hay católicos, y hay mormones. Aún hay espacio para más. El 1 de noviembre vence el plazo para registrarse a las primarias en Carolina del Sur, que son las primeras que cierran la inscripción. Hasta ese día se pueden presentar políticos que aún no han descartado aspirar a la nominación, como la ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin, asociada en el pasado a la fe pentecostal. Las primarias arrancarán formalmente con los caucus de Iowa, que están programados en principio para el 6 de febrero.

Si en las elecciones nacionales los candidatos apelan a los electores moderados e independientes, en las primarias deben ganarse al núcleo duro de votantes de su partido. Por eso, el campo republicano es, ahora mismo, un rosario de credos cristianos extremos. Y el integrismo cristiano está presenta con notable fuerza en los tres aspirantes mejor posicionados para ser los rivales de Obama en la carrera por la Casa Blanca: la congresista Michele Bachmann, evangélica luterana que ha convertido los escaños que ha ocupado en altares desde los que combate el matrimonio gay; el gobernador de Tejas, Rick Perry, abiertamente contrario a la separación entre Iglesia y Estado; y el exgobernador de Massachusetts, Mitt Romney, algo más moderado, pero que crea recelos entre los votantes protestantes porque es mormón.

Esos candidatos cortejan al movimiento ultraconservador Tea Party, que ya mostró su fuerza en 2010, al colocar a numerosos representantes suyos en las primarias legislativas y devolverle al Partido Republicano la mayoría en una de las dos cámaras del Congreso. Su fuerza ha ido creciendo desde entonces. Hace solo dos semanas estuvo a punto de dejar a EE UU al borde del impago de deudas por su negativa a aumentar el techo de endeudamiento público, en contra del criterio de los líderes moderados republicanos.

El Tea Party, que es la llave de las primarias, nació en 2009 como un revulsivo contra el creciente poder del Gobierno central. Defiende medidas drásticas, como el recorte de los programas de ayuda social y la eliminación de los impuestos. Pero recientes estudios demuestran que no todo en su ideario es política fiscal. En concreto, los profesores Robert Putnam, de la Universidad de Harvard, y David Campbell, de la de Notre Dame, concluyeron en una investigación de cinco años entre 3.000 votantes que, aparte de ser un movimiento con tintes xenófobos, está centrado en colocar a líderes altamente religiosos en el Gobierno. Quiere el Tea Party que la fe sea política y que el Gobierno sea, también, de Dios.

Los eventos más recientes en la precampaña -unas elecciones orientativas en Iowa y diversos mítines en otros Estados donde arrancarán las primarias, como Nueva Hampshire- han concedido a Bachmann, Perry y Romney una ventaja en las encuestas sobre todos los demás. Pero, ¿quiénes son estos tres candidatos y qué defienden? La congresista Bachmann ganó, el pasado día 13, unas primarias en la localidad de Ames, en Iowa. No fueron unos comicios vinculantes. Solo votaron 16.892 personas, de las que 4.832 optaron por ella. Bachmann no obtuvo delegados de cara a las primarias. Solo popularidad electoral y ser incluida en el selecto club de los favoritos republicanos. A sus 55 años, ha trabajado como legisladora desde 2001, primero en Minnesota y los últimos cuatro años en el Capitolio federal. En Washington, ha propuesto siete leyes. Ninguna ha sido aprobada. ¿Qué ha hecho Bachmann en 10 años de vida política? Activismo cristiano. Sobre todo, ha declarado una guerra cultural a lo que llama "estilo de vida homosexual".

En 2004, dijo en un programa de radio de Minnesota: "Será el asunto de mayor importancia para nuestra nación en las próximas tres décadas". Fue toda una declaración de intenciones. En aquella época andaba Bachmann intentando aprobar una enmienda a la Carta Magna de Minnesota para declarar inconstitucional el matrimonio gay. El problema es que en aquel Estado ya había una ley que lo prohibía. Pero ella no quería que fuera solo ilegal. Debía ser, además, inconstitucional. El Senado votó en contra de su propuesta.

Ya desde entonces, Bachmann dejó claro que haría lo que estuviera en su mano para impedir que el matrimonio gay avanzara en el país. Tenía una referencia en casa. Su hermanastra es lesbiana. En un discurso en 2004, refiriéndose a ella, Bachmann dijo: "Es una vida muy triste". En julio de este año, firmó un contrato con los votantes, redactado por la organización conservadora The Family Leader, en que, entre otras cosas, se compromete a luchar contra la promiscuidad; a erradicar la pornografía, y a aprobar una enmienda constitucional nacional que defina el matrimonio como una unión heterosexual.

Esa enmienda no es nueva. Ya la apoyó George W. Bush en 2004, infructuosamente. La diferencia entre Bush y Bachmann es que el expresidente se oponía única y exclusivamente al matrimonio gay. Bachmann, en cambio, dada su afiliación religiosa, está convencida de que los homosexuales son cosa del diablo. No es una metáfora. Es algo en lo que cree firmemente. En el mismo discurso de 2004, dijo de la homosexualidad: "Forma parte de Satán".

La candidata es protestante, luterana y evangélica. Se convirtió en una cristiana renacida en 1972. Desde entonces ha asumido la labor de predicar el Evangelio. Asegura que recibe órdenes directas de Dios, quien le dijo que se casara con su marido, Marcus Bachmann, en 1978. Ambos han acudido, hasta hace muy poco, a la parroquia evangélica luterana de Salem, en Stillwater, Minnesota. De la que dejó de ser feligresa, oficialmente, en junio, pocos días antes de anunciar su candidatura a las primarias republicanas.

Esa Iglesia, a la que Bachmann ha acudido durante décadas, está adscrita al sínodo evangélico luterano de Wisconsin, una congregación de 390.000 personas. Aunque en EE UU hay unos 80 millones de evangélicos, estos pertenecen a una rama especialmente conservadora. Los tres pilares centrales de su fe son la oposición al aborto; la idea de que la homosexualidad es un estilo de vida patológico, y una extraña convicción de que el Papa de Roma es el Anticristo.

Cinco siglos después de que las escribiera, siguen interpretando al pie de la letra las diatribas de Martin Lutero contra el papado. Como es lógico, esa creencia ha creado numerosas tensiones entre los evangélicos luteranos de Wisconsin y los 70 millones de católicos que viven en EE UU. Bachmann, que aspira a ser jefa de Estado y que, en caso de lograrlo, tendría que ocuparse de las relaciones de Washington con el Vaticano, pasa por este problema de puntillas, y dice que, aunque es doctrina de la que antes era su Iglesia, ella no cree que Benedicto XVI sea el demonio en sentido literal.

Sigue intacta, sin embargo, su convicción de que los gais sí lo son. El sínodo al que pertenecía su Iglesia equipara en su página web a los homosexuales con "ladrones, estafadores, asesinos, calumniadores, borrachos y violadores de la voluntad de dios" y pide a los políticos que "aprueben leyes en su contra". Ser gay, asegura, "es una elección", algo que se puede curar. En consecuencia, el marido de Bachmann se dedica a ello en su clínica de Minnesota.

Marcus Bachmann, licenciado en psicología clínica, cura a gais en su consulta. Y lo hace mediante la oración. A pesar de la oposición de su esposa a los programas sociales del Gobierno, desde que abrió la clínica ha recibido unos 100.000 euros de subsidios del Gobierno. En una grabación de un programa de radio de 2010 se le oye decir al psicólogo que los homosexuales son "bárbaros".

Menos beligerante contra los gais, pero igual de firme en sus convicciones religiosas, es el gobernador de Tejas, Rick Perry, de 61 años, firme creyente en un Estado confesional. Sostiene el candidato que esa división es obra de un Tribunal Supremo que está totalmente politizado y que es un instrumento a manos de una gran conspiración socialdemócrata.

Así lo detalla en su libro, publicado a finales del año pasado, Fed up! (¡Harto!): "Son esos tribunales los que deciden, de forma rutinaria, sin ninguna opción de apelación, cuándo y dónde podemos rezarle a Dios, cuándo comienza la vida humana, qué anticonceptivos se pueden vender, cómo podemos celebrar festividades religiosas, qué nivel de pornografía y vulgaridad debemos permitir, si se puede aceptar el matrimonio de personas del mismo sexo...".

Perry anunció su candidatura el pasado día 13, el mismo día en que Bachmann ganó las primarias de precampaña de Iowa. La primera encuesta tras su entrada en el campo electoral, realizada por la consultora Rasmussen Reports, le concede al gobernador una ventaja de 11 puntos sobre los demás candidatos. Obtiene una intención de voto del 29%.

El evangelismo de Perry es en realidad una forma de activismo cristiano contra el secularismo. En 2005 defendió en el Supremo su voluntad firme de que los diez mandamientos se exhibieran en dos tablas frente al Capitolio de Austin. Ganó aquel caso por una ajustada mayoría de cinco votos contra cuatro. El poder político es para Perry una forma de hacer proselitismo religioso. Su despacho de gobernador ha sido un púlpito. Como gobernador, organizó el pasado 6 de agosto una jornada de rezo en un estadio de Houston. A ella acudieron 30.000 personas. El sermón del gobernador se retransmitió en directo en unas 1.000 iglesias. Fue una súplica a Dios para que acabe con la crisis económica (
siguiente foto).

Perry ha sido un experto, en sus 10 años como gobernador, en ignorar directamente a los 155.000 mormones, 128.000 judíos y 114.000 musulmanes de su Estado (son cifras de 2006 de la Asociación Histórica del Estado de Tejas). En abril, cuando Tejas sufría una de las peores sequías que se recuerdan, decretó dos días de "rezos oficiales" para pedir la lluvia. Como evangélico, Perry es antiabortista. No solo se opone al matrimonio gay. En 2002 defendió como "adecuada" una ley que penalizaba cualquier acto de sodomía en Tejas. El Supremo la ilegalizó al año siguiente. En su libro insinúa que, si no se pone límite a la homosexualidad, esta puede abrir el camino al "incesto, la prostitución o el robo". Y sus ideas sobre el cambio climático van más allá del terreno seudocientífico: asegura que Al Gore esconde datos sobre "el enfriamiento mundial".

Los credos de Bachmann y Perry dejan al tercer candidato, el mejor colocado a tenor de las encuestas, como un moderado. Se trata de Mitt Romney, de 64 años, que es mormón. Y no es el único seguidor de la llamada Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que se presenta. Jon Huntsman, de 51 años, exgobernador de Utah y exembajador de Obama en China, también lo es. Hasta hace solo unos años, la idea de un mormón en la Casa Blanca era imposible. En la actualidad, a muchos electores, se lo sigue pareciendo.

Según un sondeo de junio de la Universidad de Quinnipiac, de 2.000 personas encuestadas, solo un 35% se encontraría a gusto con un presidente mormón. Porcentaje no muy alejado del que arrojan los que aceptarían un presidente ateo (24%) o musulmán (21%). La mitad de los 14 millones de mormones que hay en el mundo reside en EE UU.

"Los ciudadanos norteamericanos, sobre todo los demócratas, tienen más dudas sobre un mormón en la Casa Blanca que sobre seguidores de otras religiones", asegura Peter Brown, director adjunto del instituto de opinión de Quinnipiac. "El que menos de la mitad del electorado tenga una visión favorable de esta religión será un problema político para los gobernadores Mitt Romney y Jon Hunstman".

Los evangélicos han recelado tradicionalmente de los mormones, a los que consideran una secta. Aun así, ellos se definen como cristianos. Una de las mayores eminencias en historia del cristianismo, el profesor de la Universidad de Oxford Diarmaid MacCulloch, la ha denominado "religión de frontera", porque creció en el siglo XIX en América, en el marco de la conquista del Oeste.

Su fundador fue el llamado profeta Joseph Smith, que dijo haber recibido la visita de un ángel que le entregó unas tablas de oro escritas en lo que llamó "egipcio reformado". Smith tradujo estas placas y el resultado fue el Libro de Mormón, publicado en 1830, donde se detalla cómo una tribu de Israel surcó el Atlántico y encontró en América la tierra prometida en el siglo VI antes de Cristo. Sobre los mormones, que en los inicios defendieron la poligamia, pesa una cierta fama de racismo. "Pero otras Iglesias tienen también una historia muy desigual en lo que respecta al racismo", asegura Scott Gordon, presidente de la organización FAIR, radicada en Utah y dedicada a la defensa doctrinal del mormonismo. "Debería reconocerse que en EE UU la mayoría de Iglesias no permitían a los negros tomar parte en las misas o sentarse en los mismos templos que los blancos".

Los mormones han hecho de la obediencia una virtud. De ahí la pregunta que suscita la candidatura de Romney a la Casa Blanca: ¿Un gobernante mormón debe prestar obediencia ciega a la jerarquía de su Iglesia? "Los políticos electos que pertenecen a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días toman sus propias decisiones y no tienen por qué estar de acuerdo ni entre ellos ni con las posturas oficiales de la Iglesia", asegura Gordon, el presidente de FAIR. Es como preguntarse si John F. Kennedy, que era católico, debía obediencia al Papa de Roma cuando fue elegido presidente en 1961.

Mitt Romney es además, el más moderado de la terna de candidatos que van en cabeza. Al fin y al cabo, gobernó Massachusetts, uno de los Estados más progresistas del país, entre 2003 y 2007. Allí aprobó cobertura sanitaria universal para todos los ciudadanos y mantuvo una estricta separación entre su fe y su gestión. Y eso es algo que no se puede decir de Bachmann ni de Perry. -


• Rick Perry

Sucesor de George W. Bush en el Gobierno de Tejas desde 2001, ha ganado tres elecciones seguidas. Es célebre por considerar a su antecesor en el cargo como demasiado progresista en asuntos fiscales. Metodista y evangélico, se opone firmemente a separar al Estado de sus creencias religiosas. Desde el Gobierno de Tejas ha decretado días oficiales de rezo y ha convocado multitudinarios actos de oración. Entre sus mayores logros, él mismo cuenta una victoria ante el Tribunal Supremo, que en 2005 le permitió seguir exhibiendo los 10 mandamientos cristianos en dos tablas de mármol frente al Capitolio de Austin. En un libro de 2010 acusa al Supremo de ser un instrumento para imponer valores políticos seculares en la vida norteamericana.

• Mitt Romney

Se presenta por segunda vez a las primarias y desde junio ha sido el mejor colocado en las encuestas. Gestionó los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City en 2002 y fue gobernador de Massachusetts entre 2003 y 2007. Evita hablar públicamente de su fe, el mormonismo. El fundador de esa religión, el profeta Joseph Smith, murió acribillado en 1844 después de haber presentado su candidatura a la presidencia del país. Desde entonces, las sospechas por la discriminación contra los negros y por la práctica -ya superada- de la poligamia han dificultado el acceso de un mormón a la Casa Blanca. Según recientes encuestas, solo un 35% de los estadounidenses se sentiría a gusto con un presidente mormón, una cifra cercana a la que registran los musulmanes.

• Michele Bachmann

Congresista desde 2001, primero en Minnesota y desde hace cuatro años en la Cámara de Representantes federal. Lanzó su campaña electoral en junio, días después de abandonar formalmente su parroquia, la Iglesia Evangélica Luterana de Salem. Considera que el matrimonio gay "es un asunto de gran importancia para el país" y que definirá la política de las próximas décadas. Educada como luterana, en su parroquia se enseña doctrinalmente que el Papa es la encarnación del Anticristo, algo que les ha granjeado el recelo de los 70 millones de católicos de EE UU. La candidata se ha distanciado recientemente de esa afirmación. Su marido, el doctor Marcus Bachmann, regenta una clínica psicológica en la que dice curar a homosexuales mediante la oración.




Fuente: ElPais.com
Autor: David Alandete





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jueves, 24 de diciembre de 2009

EEUU: las iglesias protestantes tradicionales, cada vez más vacías, se precipitan al declive

Las estadísticas que maneja el Grupo Barna sobre la asistencia a las iglesias en Estados Unidos muestran un lento pero constante declive en las principales denominaciones más tradicionales. Mientras los movimientos independientes y pentecostales aumentan su membresía. Según George Barna, las iglesias tradicionales pudieran estar al borde de un periodo de retroceso o "precipitándose hacia la decadencia".

Aunque el estudio efectuado por el Barna Group reconoció la estabilidad en la última década de las seis principales denominaciones protestantes entre las iglesias americanas tradicionales (la Iglesia Episcopal, La Iglesia Evangélica Luterana en América, La Iglesia Presbiteriana de EEUU; La Iglesia de Cristo Unida y la Iglesia Metodista Unida), el colectivo de miembros actual es tan solo una sombra de lo que era hace 60 años, cuando las denominaciones inundaban el paisaje protestante y ciudadano. La gran mayoría está inmersa en la teología liberal, sea o no ésta la causa directa (o indirecta) de su situación actual, lo que sería posiblemente un buen motivo para un nuevo e interesante análisis.

En la actualidad tan solo el 15% de los americanos adultos asiste a una iglesia tradicional protestante, lo que significa una media de aproximadamente 100 personas por iglesia. Aunque esta cifra se ha mantenido más o menos estable a lo largo de la última década, Barna ha encontrado indicios de una caída inminente basándose en factores tales como el importante descenso en la asistencia de adultos con hijos menores de edad y que casi el 40% de los asistentes a las iglesias tradicionales son personas solteras.

Con el progresivo auge de las iglesias evangélicas y pentecostales desde los años 50, las iglesias tradicionales han luchado para atraer a jóvenes adultos y minorías, especialmente hispanos, que constituyen más del 16% de la población norteamericana, pero a pesar de los esfuerzos sus resultados muestran que suponen tan solo el 6% de las iglesias tradicionales.

Asimismo, el voluntariado ha descendido (un 21% desde 1998), así como la participación en la escuela dominical (un 17% desde 1998). Por otra parte, la edad media de los pastores tradicionales muestra un envejecimiento paulatino y preocupante: 48 años en 1998 frente a 55 hoy en día.

A estos datos mencionados se une que mientras que el periodo de permanencia de los pastores tradicionales en una congregación es de unos 4 años, el de los pastores de iglesias no tradicionales sería, comparativamente, el doble. Es decir, las iglesias tradicionales tienen pastores de más edad y que duran la mitad de tiempo a cargo de sus iglesias que los pastores de iglesias no tradicionales (siempre hablando, claro está, del protestantismo en EEUU).

El estudio, pues, dibuja un sombrío panorama no sólo del presente de las iglesias tradicionales protestantes norteamericanas, sino que auguran un futuro aún peor en base a los datos y las conclusiones que se derivan del mismo. Sin duda todo apunta a que las iglesias protestantes tradicionales de EEUU, cada vez más vacías, se precipitan al declive.


Fuente: ProtestanteDigital.com

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jueves, 3 de enero de 2008

EL DIALOGO ENTRE METODISTAS Y CATOLICOS CONDUCE A WESLEY HACIA ROMA

Promovida por el Consejo Metodista Mundial, el pasado 3 de diciembre, tuvo lugar en la basílica de San Pablo Extramuros de Roma, una celebración ecuménica de los trescientos años del nacimiento de Charles Wesley (1707-1788), uno de los iniciadores de la experiencia metodista. Charles, junto a su hermano John y a George Whitefield, promovió en el ámbito anglicano uno de los despertares más importantes dentro del protestantismo.

A la ceremonia, asistieron los más altos representantes metodistas y de la Comunión anglicana y, como un hecho excepcional, fue presidida por el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

El cardenal Kasper comentó en una entrevista que esta reunión hace años hubiera sido impensable, sin embargo, añadió que eso no significaba que fuera a haber una inmediata unidad con los metodistas.
RELACIÓN METODISTA-CATÓLICA

En 1967, la Iglesia Católica creó una comisión mixta para el diálogo bilateral con el Consejo Mundial Metodista, fundado en 1881, y que reúne a 76 comuniones metodistas. Desde entonces, se afrontaron temas importantes como la revelación y la fe; la tradición y la autoridad docente de la Iglesia.

El cardenal Kasper en su mensaje, subrayó la oportunidad de celebrar este aniversario entonando algunos himnos de Charles Wesley, que se interpretan en las iglesias católicas del mundo anglófono.

Añadió que sus himnos conciliaban el lenguaje elocuente y la profundidad teológica de las escrituras con la fe de la Iglesia, conteniendo temas que reflejan la convergencia entre metodistas y católicos sobre aspectos fundamentales de la fe cristiana.

En 2006, dos importantes etapas marcaron el camino hacia la plena comunión entre católicos y metodistas: en mayo del año pasado, la Comisión Internacional de Diálogo Católico-Metodista concluyó la redacción de su último documento, titulado "La gracia que os ha sido dada en Cristo: católicos y metodistas profundizan la reflexión sobre la Iglesia".

Las principales diferencias entre catolicismo y metodismo se concentran en el ámbito de la eclesiología, por tanto este documento, sobre la naturaleza y la misión de la Iglesia, puede servir de base para afrontar la sacramentalidad eclesial, la ordenación, el ministerio episcopal en la sucesión apostólica, y el ministerio petrino.

En julio del mismo año, en Seúl (Corea del Sur), las iglesias que forman parte del Consejo Metodista Mundial aprobaron la Declaración Metodista de adhesión a la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación, el acuerdo firmado en Augsburgo, en 1999, por la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial.

Es necesario aclarar que no todos los evangélicos luteranos están de acuerdo con la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación firmada en 1999 entre la Iglesia Católica Romana y la Federación Luterana Mundial. Por ejemplo la Iglesia Evangélica Luterana Argentina que no está afiliada a la Federación Luterana Mundial, se pronunció a través de un documento denominado: Rechazo a la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación. (MF editor)

EL METODISMO EN EL MUNDO

La Iglesia Metodista tiene en todo el mundo unos 75 millones de fieles, gobernada por obispos, sin que éstos desempeñen la misma función que les atribuyen la Iglesia católica y la anglicana.

Su historia, en especial en el siglo XIX, estuvo llena de cismas mientras que, en el siglo XX, se asistió a varias fusiones. Hay luego denominaciones americanas (no episcopales) y afroamericanas, que han permanecido autónomas y no forman parte de las denominaciones mayores, ni del Consejo Metodista Mundial.

Fuente: ElProtestanteDigital.com

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sábado, 7 de julio de 2007

IGLESIA METODISTA, O SE RENUEVA, O DESAPARECE.

Un líder de la Iglesia Metodista Unida rehusa dirigir una iglesia moribunda. Pero la realidad existente es que la denominación está en crisis.

Estados Unidos, 30 de junio 2007. Mientras las iglesias emergentes siguen ganando terreno en Estados Unidos, la membresía de la Iglesia Metodista en este país se encuentra en su nivel más bajo desde 1930.

Según un articulo publicado en el The Christian Post, 41 por ciento de las iglesias metodistas a través de la nación no recibieron a miembros por profesión de fe en 2005. Pero aunque estas cifras suenan alarmantes, el Rev. Paul Nixon, autor del libro «Rechazo dirigir a una iglesia que muere», ve mucha esperanza para esta iglesia histórica, al tiempo que reconoce que la denominación está «en medio de una avalancha cultural».

«Las avalanchas pueden rodar por un tiempo y borrar aldeas enteras en su trayectoria. Pero si somos rápidos, ágiles, y atentos en nuestro esquí, podemos escapar de ser enterrados en la nieve y cuando la nieve cesa, podemos tener un panorama nunca antes visto por ojo humano», dice el autor y también director de Desarrollo Congregacional en la Conferencia de Florida y Alabama-Oeste de la Iglesia Metodista Unida. «Pero en ese terreno nuevo, pretender que la iglesia funcione como de costumbre sería una locura» advierte.

Los eruditos y los observadores de la iglesia han señalado continuamente la necesidad de que las iglesias, particularmente las denominaciones históricas, implementen cambios continuamente.

«Las iglesias que eligen vivir en antaño serán marginadas más adelante del compromiso con la sociedad. Continuarán simplemente como un puñado de gente pasada de moda y apartada de la franja cultural que marca la nueva generación hasta que cierren sus puertas» dice Nixon.

Para la Iglesia Metodista Unida, el futuro para muchas de sus congregaciones no parece muy brillante. Nixon cree que muchas de las iglesias metodistas están más allá de los vientos de la oportunidad para la renovación institucional. «Cerraremos millares sobre millares de iglesias en los próximos 30 años», asegura.

Dando las pistas de lo que puede parecer el ministerio congregacional próspero en el metodismo unido en los próximos años, Nixon hace un llamado a los fundadores de iglesias metodistas a «creer en la gran comisión más que a la sobrevivencia institucional y amar a Dios y a las almas perdidas más que lo que ama su acogedora confraternidad y tradiciones de la iglesia».

Nixon también sugiere a las iglesias, especialmente en áreas urbanas, a que compartan espacio y ministerio. Mientras algunas iglesias metodistas no se pueden equipar para alcanzar a un grupo específico de la población en la comunidad local, pueden compartir el espacio con otra iglesia que les permita ajustarse para alcanzar a una población más joven o a un grupo étnico particular. «las iglesias sabias y los líderes deben abrazar a gente que da solamente una porción de su comisión total. Con el tiempo, y con buena experiencia, la mayoría de éstos estarán dispuestos a invertir más de su tiempo con una comunidad primaria de la iglesia», aseguro.

Además, el ecumenismo y alianzas con las iglesias fuera de los límites de la conexión metodista unida serán prominentes. Aunque los números en la Iglesia Metodista Unida son severos, Nixon cree que «hay un final para cada avalancha».

Fuente: Cristianos.com

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