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jueves, 19 de agosto de 2010

El Papa cobrará entrada a las misas que oficie en Reino Unido

El precio de las distintas ceremonias oscila entre los 6 y los 30 euros

Nada es gratis en tiempos de crisis. Ni siquiera las misas papales. Los peregrinos que asistan a las tres misas que Benedicto XVI celebrará en su visita de septiembre a Reino Unido deberán pagar una entrada que oscilará entre las cinco libras (seis euros) del acto de Hyde Park en Londres y las 25 libras (30 euros) de la misa de Birmingham. La entrada en Glasgow costará 20 libras (24 euros).

Se trata de la primera visita de Estado del Papa a Reino Unido. La de Juan Pablo II en 1982 tuvo solo carácter pastoral. Esta vez, Benedicto XVI será recibido por la Reina, pero el Papa no dormirá en el palacio de Buckingham, como suelen hacer los jefes de Estado, porque Isabel II aún estará en septiembre en su residencia escocesa de Balmoral. La recepción será en el palacio de Holyrood (Edimburgo), y el Pontífice dormirá en Londres.

El Vaticano asegura que su iniciativa de cobrar a los fieles hay que entenderla como una "contribución" a la que han decidido denominar "pasaporte del peregrino" y de la que estarán exentos aquellos que no puedan permitirse tanto gasto. El pago incluye el transporte hasta los escenarios de las misas.

Los pasaportes para el acto de Londres se fijaron en un principio en 10 libras, pero han sido rebajados un 50% después de que muchos fieles hicieran ver a los organizadores que la mayoría de los procedentes de la periferia de Londres ya tiene pagado el viaje hasta el centro de la capital porque posee abonos mensuales del transporte público, por lo que pagar de nuevo a través del citado pasaporte no haría más que duplicar el gasto en transporte.

Como se trata de una visita de Estado, Reino Unido correrá con la mayor parte del coste. Las estimaciones iniciales de que los contribuyentes deberán afrontar una factura de 10 millones de euros se han disparado hasta los 14,5 millones de euros, sin contar los gastos de seguridad. El Vaticano correrá con las actividades pastorales (unos 8,5 millones).

El dinero es importante en un país como Reino Unido, donde medios y público suelen analizar con lupa cómo se gasta el dinero de los contribuyentes. Sobre todo, en actos tan llamativos como una visita papal, con la que no todos comulgan. No solo porque los católicos son minoría -aunque creciendo-, sino porque llega rodeada de polémica tras los numerosos abusos sexuales sobre niños cometidos por religiosos o en instituciones dependientes de la Iglesia católica en numerosos países. Con especial gravedad en la vecina, próxima y todavía muy católica Irlanda.

La BBC va a recibir a Benedicto XVI con un documental sobre el escándalo de los abusos sexuales en el que Mark Dowd, su autor, va a buscar lo que ha definido como "el auténtico Joseph Ratzinger". Los documentalistas han viajado a Baviera para entrevistar al hermano del Pontífice, Georg Ratzinger, quien revela cómo le han afectado los escándalos. En otro documental, la ex diputada conservadora católica Ann Widdecombe explora la vida del cardenal John Henry Newman, teólogo y educador del siglo XIX que va a ser beatificado en esta visita.

Se da la curiosa circunstancia de que los movimientos homosexuales británicos consideran a Newman un homosexual encubierto que fue enterrado junto al que fue su compañero vital durante 32 años y al que ellos consideran, sobre todo, su amante, Ambrose Saint John. Muchos católicos británicos prefieren creer que nunca pasaron de ser buenos amigos.


El sexo tiñe la visita

La cuestión de la homosexualidad amenaza con estar presente por doquier en esta visita papal, o al menos en los comentarios previos. No solo por el drama de los abusos sexuales a niños o por la polémica más bien trivial acerca de la sexualidad del que puede ser el primer santo católico inglés en muchos siglos (John Henry Newman, un teólogo del XIX que fue enterrado con su compañero durante 32 años, Ambrose Saint John), sino por la reticencia del Vaticano a someterse a las leyes de igualdad de Reino Unido, que sobre el papel le pueden obligar a dejar de discriminar a sus empleados por su orientación sexual. Es decir, la Iglesia católica se puede ver obligada a aceptar en sus escuelas a maestros o maestras que se declaran públicamente homosexuales.

Hoy, al igual que ocurre en España, tiene el privilegio de poder despedirlos.

Benedicto XVI arremetió en febrero pasado contra esa legislación y pidió a los obispos católicos de Inglaterra y Gales que la combatieran "con celo misionero".

También habrá debate por la ordenación de mujeres sacerdotes, con una campaña publicitaria en Londres defendiéndola que está prevista justo para antes de la llegada del Papa a la ciudad.



Fuente: ElPais.com
Autor: Walter Oppenheimer / Londres Fotografía: Moneda de 50 centavos de Euro (Vaticano) / El Vaticano pone en circulación monedas de Benedicto XVI al valor nominal

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miércoles, 11 de noviembre de 2009

Por los caminos de Newman y Blair. Por Juan G. Bedoya

Pese a lo que sostienen todavía los cronistas de la bragueta y buena parte del bando católico, el cisma de Enrique VIII no fue una cuestión de divorcio -para casarse con Ana Bolena-, ni un movimiento popular, como en la Alemania protestante. Excepto en la doctrina, los reyes de Inglaterra eran los jefes efectivos de la Iglesia mucho antes de que se afirmara esa posición con un estatuto parlamentario. El principio fue definido más tarde como cuius regio, eius religio (la religión de rey es la religión del reino), no para retornar al tribalismo, sino para poner orden en los desastres de las guerras de religión.

La definitiva ruptura anglicana se produjo "por un complicado embrollo de disputas y rencores personales, celos, rivalidades de jurisdicción, pugnas provinciales y simple mala intención" (Paul Johnson). También contribuyeron los desmanes económicos de muchos clérigos avalados por Roma, que arruinaban a su feligresía hasta para enterrar a los deudos. La decisión del Parlamento, en 1534, impulsada por Enrique VIII, acordó que el rey (y supeditado a él el arzobispo de Canterbury) era sin discusión la cabeza de la iglesia en Inglaterra, con todo el mando.

Enrique VIII no pretendía otra cosa que librarse del Papa o doblegarlo, como en aquel momento hacía el emperador Carlos V de Alemania (y Primero de España), que tenía preso al pontífice. Londres rompió con Roma, pero no con la fe católica. Es decir, inauguró un cisma sin querer implantar la herejía. La Iglesia anglicana no se hizo nunca protestante en su vida o en su constitución según el modelo alemán.

Pero nada es simple cuando se trata de religiones. Tras los años de la sangrienta reacción católica de María Tudor, que le costó morir en la hoguera al mismísimo arzobispo Crammer, Isabel I impulsó un catolicismo reformado, a medio camino entre los extremos de Roma -terrible Inquisición mediante- y las exageraciones de Calvino en Ginebra. La suspensión de celibato clerical obligatorio, del que tanto se ha hablado, no fue entonces sino una atracción manipulada eficazmente por los reformadores para consumo de muchos sacerdotes (en su mayoría, los jóvenes).

¿Y ahora? El acercamiento de las dos iglesias (la romana y la anglicana) viene de muy lejos. Pero no es ecumenismo en el sentido conciliar del término, sino una absorción en toda regla, una vuelta a la casa del padre por la parte de abajo. Roma no va a ceder nunca la primogenitura del sumo pontífice, ni la centralidad del Vaticano. Tampoco en su oposición a la ordenación de mujeres (de momento, al menos), o a la entrada de homosexuales al altar sagrado. Eso provoca, en la práctica, la pervivencia ab aeternum de la Iglesia anglicana como tal, con su jefe civil (ahora una reina) y un arzobispo pastoreándola.

Hace tiempo que la Santa Sede renunció a la reunión de las iglesias llamadas separadas según el pensamiento conciliar de Juan XXIII, en 1962. Ocurrió cuando el cardenal Ratzinger, papa ahora como Benedicto XVI, presentó a la firma de Juan Pablo II la proclamación de que no hay más doctrina e iglesia verdaderas que las romanas, ni otro camino para la salvación de las almas (declaración Dominus Iesus, año 2000). Se ve ahora con esta política de asimilación, acogiendo a los conversos anglicanos con miramientos y prelaturas, pero humillando a la cabeza.

La sangría de fieles del anglicanismo hacia la iglesia romana viene de lejos. Cuando Tony Blair, el ex primer ministro británico, acudió en 2007 a visitar a Benedicto XVI para publicitar su sonada conversión al catolicismo, el líder laborista, anglicano de nacimiento, llevaba en su cartera tres retratos del cardenal Newman, el gran converso. Era su regalo a Benedicto XVI porque, como declaró Blair, el más celebre predicador inglés era "pensador preferido" del actual pontífice.

La conversión de John Henry Newman (Londres, 1821-Birmingham, 1891), fue un acontecimiento mundial en su tiempo. Sus escritos y sermones como pastor anglicano no anticipaban su paso. Antes había liderado el Movimiento de Oxford, con el empeño de restituir a la Iglesia anglicana el derecho a considerarse parte de la Iglesia universal, como la católica y las ortodoxas, sin "romanizarla", pero remontándola a la tradición de los grandes padres y teólogos cristianos. Converso en 1845, el papa León XIII lo hizo cardenal en 1879 y Benedicto XVI prepara ya su beatificación. Sera el primer santo católico en el Reino Unido procedente del anglicanismo. Todo un símbolo.


Fuente: ElPais.com
Autor: Juan G. Bedoya
Fotografía: montaje Menesez Filipov

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miércoles, 21 de octubre de 2009

La Iglesia Católica abre las puertas a los Anglicanos opuestos a gays y mujeres obispos

Histórico: la Iglesia Católica abre sus puertas a los anglicanos

ROMA.- En un gesto inesperado y más que trascendente, Benedicto XVI les abrió ayer las puertas del catolicismo a los anglicanos al admitir el retorno en bloque de fieles y sacerdotes, incluidos los sacerdotes casados, la mayoría en esa confesión cristiana.

En el paso más importante dado en su historia por la Iglesia Católica para superar una división de más de 475 años, el Papa aprobó una Constitución Apostólica, decreto pontificio de máximo rango, que pronto será publicado, que crea una nueva estructura canónica y les permite a fieles, sacerdotes y obispos anglicanos que así lo deseen convertirse al catolicismo, conservando elementos de su específico patrimonio espiritual y litúrgico anglicano.

Así lo anunció ayer el cardenal William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en una conferencia de prensa en la que explicó que esto será posible a través de una prelatura personal, similar a la que tienen dentro de la Iglesia el Opus Dei y los ordinariatos castrenses.

La medida del Papa se conoció en momentos en que la Iglesia Anglicana está al borde de un cisma a raíz de la decisión de permitir la ordenación de obispos mujeres y de sacerdotes homosexuales en Estados Unidos y Canadá. Los anglicanos siempre pudieron volver, a título individual, a la Iglesia de Roma, tal como ocurrió con John Henry Newman, el famoso anglicano que se convirtió al catolicismo y luego fue cardenal, que será beatificado el año que viene.

Pero con la novedosa Constitución Apostólica, puesta a punto por Benedicto XVI, ahora grupos enteros de anglicanos, la mayoría de un ala tradicionalista que jamás aceptó la ordenación de mujeres y de los homosexuales, podrán pasar al catolicismo.

Incluso los curas anglicanos casados, que son la mayoría, podrán ser ordenados sacerdotes católicos, más allá de la obligación del celibato impuesta por la Iglesia de Roma. Los obispos anglicanos casados que se conviertan al catolicismo, en cambio, serán "rebajados" a la categoría de sacerdotes rasos.

Según la nueva Constitución Apostólica, sólo los obispos que son célibes continuarán manteniendo ese cargo. Además, los anglicanos que abracen el catolicismo podrán elegir a los encargados de supervisar sus propias comunidades, que estarán autorizadas a conservar algunas de sus tradiciones espirituales y litúrgicas.

Los anglicanos se separaron de Roma en 1534, cuando el rey Enrique VIII no obtuvo del papa Clemente VII la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón y declaró la independencia de la Iglesia de Inglaterra de la autoridad pontificia.

Desde entonces, tal como recordó el Vaticano en una nota informativa, siempre hubo intentos de reunión con el catolicismo. Aunque fue a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965) que comenzó a trabajarse más intensamente por el diálogo ecuménico.

Ordenaciones conflictivas

La nota informativa también puso en contexto la trascendente decisión del Papa, al destacar que en los últimos años comenzaron a surgir serias divisiones entre los 77 millones de fieles anglicanos que hay en el mundo, al borde del cisma.

Algunas iglesias, principalmente en Estados Unidos y Canadá, rompieron con la tradición y comenzaron a ordenar mujeres como sacerdotes y como obispos. Más recientemente, alejándose de la común enseñanza bíblica, comenzaron a ordenar sacerdotes homosexuales y les dieron asimismo su bendición a las uniones entre personas del mismo sexo.

No por nada Levada, titular de la ortodoxia católica, explicó que con este nuevo paso el Papa "quiso ir al encuentro en modo unitario y justo a los pedidos para una plena unión que llegaron de parte de fieles anglicanos de distintas partes del mundo en los últimos años".

"Con semejante propuesta la Iglesia piensa responder a las legítimas aspiraciones de estos grupos anglicanos para una comunión plena y visible con el Obispo de Roma, el sucesor de San Pedro", agregó Levada, acompañado por el arzobispo Joseph Di Noia, secretario de la Congregación para el Culto Divino.

Según Levada, entre 20 y 30 obispos y un centenar de parroquias anglicanas ya expresaron su deseo de regresar al catolicismo. Se espera que el primer grupo que se pase a la Iglesia de Roma sea la Comunidad Anglicana Tradicional, que en 1991 rompió con la jerarquía de la Iglesia Anglicana después de su bendición a la ordenación de sacerdotes mujeres. La Comunidad Anglicana Tradicional asegura tener medio millón de fieles en todo el mundo.

El arzobispo de Canterbury y líder de la Iglesia Anglicana, Rowan Williams, aseguró ayer en una conferencia de prensa en Londres, junto al arzobispo de Westminster, Vincent Nichols, que no considera el paso dado por el Vaticano "un acto de agresión".

Sin embargo, admitió que sólo "hace un par de semanas" se enteró de la existencia del nuevo documento vaticano y que nadie lo consultó en ningún momento sobre el tema. Tampoco el Episcopado británico, que tuvo noticias el lunes de la Constitución Apostólica, fue consultado por el Vaticano. *


Prevén un éxodo de sacerdotes anglicanos tras el giro de la Iglesia

Diversos medios tradicionalistas creen que podría producirse una fragmentación en esa comunión

LONDRES.- Alrededor de un millar de sacerdotes anglicanos y muchos miles más de Australia y Estados Unidos podrían dejar sus iglesias para ser acogidos por el Vaticano, estimaron diversos medios anglicanos tradicionalistas citados por el diario británico The Times, tras conocerse el histórico giro de la Iglesia al admitir el retorno en bloque de fieles y sacerdotes, incluidos los sacerdotes casados, la mayoría en esa confesión cristiana.

El anuncio del Vaticano fue traducido por los medios como un duro golpe para los esfuerzos del arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, de evitar la ulterior fragmentación de la comunión anglicana, dividida por la consagración de mujeres obispos que reclama el sector más progresista de la confesión.

Algunos anglicanos acusan en privado a la Iglesia de Roma de dedicarse a la "caza" de anglicanos y critican a Williams por capitular ante el Vaticano, señala el periódico británico.

Aunque esos críticos reconocen que Williams poco podía haber hecho para frustrar la acción de la Santa Sede, muchos expresaron su disgusto por la declaración conjunta que hizo con el primado católico, el arzobispo de Westminster, en la que reconocía "la común fe católica y la aceptación del ministerio de Pedro".

En una carta enviada a sus obispos y al clero, Williams no oculta, sin embargo, su propia frustración: "Lamento que no haya sido posible alertaros antes de esto. Se me informó muy tarde del anuncio que pensaba hacer (el Vaticano)".

Williams recibió la primera notificación el pasado fin de semana de boca del cardenal William Levada, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que viajó a Londres para comunicar personalmente la decisión a líderes anglicanos y católicos.

El obispo de Fulham, John Broadhurst, presidente de Forward in Faith, grupo que se opone a la ordenación de mujeres como obispos, predijo que hasta un millar de sacerdotes anglicanos podrían aceptar la oferta vaticana. Por su parte, Christian Rees, del grupo anglicano feminista "Watch", describió la medida vaticana como "caza ilegal".

"Esta no es una bienvenida normal. Es una bienvenida especialmente efusiva en la que casi se anima a la gente. En la Iglesia Anglicana nos gusta operar con transparencia. No ha ocurrido en este caso, por lo que cundirá la impresión de que es una maniobra predatoria".

Una posible consecuencia de la medida vaticana, aventura The Times, es que se acelerará la consagración de mujeres como obispos ya que el Sínodo General de la comunión anglicana no aprobará las necesarias estructuras legales que pudieran reclamar quienes se oponen a la consagración de mujeres si el Vaticano les ofrece una salida con la bendición del primado anglicano.

Ayer, en el paso más importante dado en su historia por la Iglesia Católica para superar una división de más de 475 años, el Papa aprobó una Constitución Apostólica -decreto pontificio de máximo rango, que pronto será publicado- que crea una nueva estructura canónica y les permite a fieles, sacerdotes y obispos anglicanos que así lo deseen convertirse al catolicismo, conservando elementos de su específico patrimonio espiritual y litúrgico anglicano. **


Fuente*: LaNacion.com
Fuente**: LaNacion.com
Fotografía: Encuentros ecuménicos entre el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams y Benedicto XVI. Vaticano / Noviembre 2006

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