El movimiento gay obtuvo ayer un reconocimiento histórico: representantes de la Iglesia luterana sueca participaron en la marcha para reivindicar el derecho a la identidad de la condición de homosexuales, bisexuales y transexuales. Cincuenta mil personas participaron en el desfile del orgullo gay, que recorrió al son de músicas y danzas, entre un mar de banderas con los colores del arco iris, las calles céntricas de Estocolmo.
La Iglesia, que tras años de luchas había otorgado diversas formas de reconocimiento a las parejas gay, nunca había participado en una demostración pública antes. Tan sólo representantes de la institución a título personal. Junto a ellos estaban presentes miembros de la casi totalidad del espectro político sueco, con la única excepción del Partido Demócrata Cristiano.
La marcha de ayer culminó una semana de actividades culturales y artísticas que este año se han centrado en el ámbito deportivo, reducto en el que perviven arraigados prejuicios. Entre ellos, el de considerar que la práctica del fútbol es incompatible con la condición de homosexual. La reciente sentencia de un juez brasileño, que asegura que el futbol "es un juego viril, no homosexual", por lo que los gays deben jugar en campos aparte, es un claro indicativo del problema.
En Estocolmo fue un jugador de la selección nacional de fútbol el encargado de pronunciar el discurso inaugural del festival, junto con la ministra de Cultura, Lena Adelsohn Liljeroth. Se ha anunciado una campaña en el ámbito del deporte sueco, similar a la que se realizó anteriormente contra el racismo, destinada a erradicar cualquier expresión de discriminación o violencia en los campos contra deportistas gay. La demostración de ayer confirmó la consolidación de una atmósfera de tolerancia cada vez más arraigada, aunque no exenta de brotes de rechazo violento. De un aumento de esta agresividad en Holanda se quejaron, por su parte, los homosexuales reunidos ayer en el desfile de barcos flotantes organizado en Amsterdam, que contó con unos 250.000 participantes, según France Presse.
Estos multitudinarios desfiles coinciden con la fiesta principal del festival gay y lésbico, Loveball, que se celebra en Barcelona, un acto en el que se calcula han participado unas 30.000 personas. Hubo baile hasta la madrugada, pero la noche comenzó con el delirio de miles de voces, preparadas para corear las actuaciones de algunos de los iconos de la música gay actual, como Marc Almond o Grace Jones, cuyo hit gay más famoso es Slave to the rhytm.
Fuentes: El Pais.com
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