lunes, 31 de enero de 2011

Benedicto XVI firmó en 1970 un documento que cuestionaba el celibato

El texto fue avalado por otros ocho teólogos y enviado a los obispos alemanes
Joseph Ratzinger, el actual Papa Benedicto XVI, firmó un documento con fecha de 9 de febrero de 1970 en el que se cuestionaba la obligación del celibato al mismo tiempo que se advertía de "la desobediencia masiva de grupos de curas". El texto fue firmado por otros ocho teólogos, algunos pensadores de fama mundial como Karl Rahner, Otto Semmelroth, Karl Lehmann y Walter Kasper.

"Nuestras consultas y estudios coinciden en la necesidad de un tratamiento distinto de la ley que establece el celibato (...) tanto por la Iglesia alemana como para la Iglesia mundial", escribieron los teólogos en una carta a la Conferencia Episcopal alemana, para la que actuaron como consultores en cuestiones de fe y moral.

El contenido del documento se publica hoy en una información del diario alemán Süddeutsche Zeitung, titulada Las dudas del joven Ratzinger.

En el texto, los teólogos repiten muchas veces que, con su análisis, no quieren influir en ninguna decisión. Pero el hecho de que se animaran a escribir un documento de este tipo demuestra que por lo menos ellos mismos dudaban de la obligación del celibato.

El documento, que no se había publicado hasta ahora, debió haberlo entregado un colaborador de Rahner a un clérigo de confianza que pertenecía al grupo católico crítico con la Iglesia de la ciudad de Regensburg, Aktionskreis Regensburg (AKR). Permaneció cuidadosamente archivado durante 41 años y aparece ahora publicado por el AKR en su revista Pipeline. *


Las dudas del joven Ratzingen

El Papa Benedicto XVI cuestionó la regla del celibato cuando era catedrático de Teología en Alemania, en una carta abierta que firmó junto a otros ocho teólogos el 9 de febrero de 1970, publicó la revista Pipeline y el periódico Süddeutsche Zeitung.

Joseph Ratzinger, que en ese entonces tenía 42 años, ya había advertido de “la desobediencia masiva de grupos de curas”, además de reconocer que si el tema “no es discutido al más alto nivel acabará apareciendo en el más bajo”.

“Nuestras reflexiones apuntan a la necesidad de una urgente revisión y un tratamiento diferente de la regla del celibato para la Iglesia alemana y para la Iglesia universal”, reivindicó.

La misiva fue firmada por el actual Papa junto a personalidades como Karl Lehman, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, y el cardenal Walter Kasper.

El documento fue publicado por la revista Pipeline de la Aktionskreis Regensburg (AKR) y por el periódico Süddeutsche Zeitung, el principal de centro-izquierda en Alemania, que este viernes titulo el artículo como “Las dudas del joven Ratzinger”.

Un borrador del documento que en 1970 se envió a la Conferencia Episcopal Alemana quedó en el archivo del teólogo Karl Rahner, quien también firmó el documento. Uno de sus antiguos colaboradores lo entregó a la AKR, un grupo católico crítico con la Iglesia.

Los teólogos que firmaron el documento también mostraron su preocupación porque la regla del celibato no sólo provocaba una escasez de candidatos, sino también una disminución del talento entre la curia.

Además, los firmantes reconocieron la dificultad de vivir el celibato en el mundo actual: “la continencia sexual resulta cada vez más difícil en un mundo lleno de estímulos eróticos”.

También en ese entonces Ratzinger alertó que el celibato no es un dogma y que la Iglesia tendrá que modificarlo cuando no sea posible reclutar suficientes sacerdotes jóvenes.

Los firmantes también anticiparon “la pérdida de autoridad de los Obispos”, el “menor reconocimiento a los sacerdotes” en la sociedad.

Los recientes escándalos por abusos sexuales en la Iglesia hicieron que el celibato fuera cuestionado dentro y fuera de la comunidad católica y el debate fue especialmente seguido en Alemania.

El celibato es una norma eclesiástica y como tal puede ser revisada o anulada. Dicha norma fue impuesta en el año 503 por el Concilio de Elvira, y quedó ratificado en el siglo XII por el Concilio de Letrán y en el siglo XVI por el de Trento.

Para otras Iglesias cristianas como la ortodoxa o la evangélica, el celibato es opcional.




* Fuente: ElPais.com / El Papa firmó en 1970 un documento que cuestionaba el celibato
Autor: Laura Luccini / Berlín
**Fuente: Veracruzanos.info - Notimex / Benedicto XVI cuestionó la regla del celibato cuando era teólogo en Alemania
Fotografía: Joseph Ratzinger en la década de 1970 / AP


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lunes, 24 de enero de 2011

Benedicto XVI llama a unidad del cristianismo

Benedicto XVI dijo hoy que la división de los cristianos es una "ofensa" a Cristo y tras implorar la unidad aseguró que, para ser en el mundo actual "señal e instrumento" de unidad con Dios y los hombres, los cristianos deben basar sus vidas en la comunión fraterna, la eucaristía y el rezo.
El Pontífice hizo estas manifestaciones ante varios miles de fieles que asistieron en la plaza de San Pedro del Vaticano al rezo del ángelus, en el que recordó que la Iglesia Católica celebra desde el pasado día 18 y hasta el 25 (festividad de la Conversión de san Pablo), la semana de rezos por la unidad de los cristianos.

Una vez más, el Obispo de Roma imploró la unidad de los cristianos -uno de los puntos cardinales de su pontificado- y afirmó que también hoy "para ser en el mundo instrumento de íntima unión con Dios y de unidad entre los hombres", los cristianos deben basar sus vida en cuatro puntos: escuchar la Palabra de Dios, la comunión fraternal, la Eucaristía y la plegaria.

Según el Papa, sólo así, permaneciendo unida a Cristo, la Iglesia puede cumplir eficazmente su misión.

"Cualquier división en la Iglesia es una ofensa a Cristo, el único en el que podemos encontrarnos unidos, debido a la fuerza inagotable de su gracia", afirmó Benedicto XVI.

El papa Ratzinger exhortó a los cristianos a la "plena y visible unidad", y recordó que el 25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo, se trasladará a la basílica romana de San Pablo Extramuros para clausurar la semana de rezos para la unidad.

En estos días, el Papa ha expresado su "vivo pesar" por la imposibilidad de que los cristianos puedan compartir la mesa eucarística debido a la división, señal, según dijo el pasado miércoles durante la audiencia pública en el Vaticano, que la unidad "está aún lejana".

Benedicto XVI manifestó que los cristianos deben de dar un fuerte testimonio de unidad y de compartir ante el hombre actual, "muchas veces sin puntos claros y válidos de referencia".

Al igual que su antecesor, Juan Pablo II, el papa Ratzinger también considera que la separación de los cristianos es una "vergüenza", que quita credibilidad a los seguidores de Cristo a la hora de difundir el Evangelio.

Oriente y Occidente se separaron con el cisma de 1054, con las excomuniones del papa León IX y del patriarca Miguel Cerulario. Les separan razones teológicas, como el rechazo de los ortodoxos al primado de la Iglesia de Roma y la negativa de la infalibilidad del Papa.

Los ortodoxos no reconocen la validez de los sacramentos católicos, al contrario que la Iglesia católica que sí admite, desde el Concilio Vaticano II, los de la Iglesia ortodoxa.

Además, los ortodoxos culpan a Roma de proselitismo y de intentar expandirse en territorios hasta ahora bajo su control.

Antes del gran cisma se produjo otra escisión, la de los cristianos armenios, que vivieron en comunión con Roma hasta el año 491, cuando abrazaron las tesis del monofisismo, según la cual Cristo sólo tenía una naturaleza, la divina, y era hombre sólo en apariencia.

El Concilio de Calcedonia de 451 condenó el monofisismo y definió la doble naturaleza de Cristo, humana y divina, unidas sustancialmente en una sola persona divina.

Los armenios no lo reconocieron y así nació la Iglesia Armenia, a la que no se puede llamar ortodoxa porque es anterior al cisma de 1054.

Benedicto XVI considera la unidad de los cristianos uno de los ejes de su pontificado y ha dicho estar dispuesto a dar pasos efectivos para lograrla.




Fuente: ABC.es - EFE / Benedicto XVI dice que la división de los cristianos "ofende" a Cristo
Fotografía: Benedicto XVI y el Patriarca ecuménico Bartolomé I en su llamado a la unidad de los cristianos durante una misa en la Basílica de San Pedro en Roma, en el año 2008 / LosAndes.com.ar


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viernes, 21 de enero de 2011

Benedicto XVI concluye la reforma de la eternidad. Por Juan G. Bedoya

Todo es metáfora. Donde el Credo enseña que los buenos serán premiados con el cielo eterno y los pecadores castigados con un terrible infierno, en realidad no se refiere a lugares físicos entre las nubes o bajo tierra, sino a estados de ánimo. Vale lo mismo para el purgatorio, que el papa Benedicto XVI acaba de reducir también a un simple "fuego interior". "El purgatorio no es un elemento de las entrañas de la Tierra, no es un fuego exterior, sino interno", dijo el Pontífice en la catequesis del miércoles pasado.

Juan Pablo II sostuvo algo parecido en agosto de 1999 sobre el cielo y el infierno, también meros estados de ánimo. Lo había proclamado mucho antes el filósofo existencialista francés Jean Paul Sartre, con esta frase que hizo época: "El infierno son los otros".

Dijo en 1999 el famoso papa polaco: "El infierno, más que un lugar, es una situación de quien se aparta de modo libre y definitivo de Dios". Y también que "el cielo no es un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con Dios".

Hasta ahora estaba justificado escribir cielo, infierno, purgatorio o limbo en mayúscula porque se consideraban topónimos, "si bien de carácter mítico o imaginario". Lo establece así la Real Academia Española en la reciente Ortografía de la lengua española. Su argumento es que esos sustantivos "designan específicamente los lugares establecidos por las distintas religiones como destino de las almas tras la muerte".

Liquidados como topónimos míticos, pierden el derecho a la mayúscula. Queda por llegar una petición de disculpas por las desgracias y los miedos causados con esos espantajos. Después de Galileo era imposible creer en el cielo tal como lo presentaban los eclesiásticos. Pero decirlo ha sido peligroso durante siglos. En el año 1600 fue quemado vivo Giordano Bruno; en 1616 condenado Copérnico, y en 1663, Galileo. El precio moral que ha pagado el Vaticano por esas barbaridades es elevado, pero mayor el quebranto de millones de fieles que han vivido -muchos viven todavía- aterrorizados por la idea del fuego eterno en un infierno ahora desechado.

Los papas libran ahora a sus fieles católicos de esa escatología apocalíptica, tenebrosa y vengadora. Teólogos tan importantes como Hans Küng o Hans-Urs von Balthasar se les adelantaron 40 años, el primero con grave riesgo de anatematización. Fue perito del Concilio Vaticano II por decisión de Juan XXIII y profesor de teología en la Universidad Católica de Tubinga cuando fue apartado del cargo por sus escritos.

En 1975 Küng escribió sobre el cielo: "No se puede hoy, como en los tiempos bíblicos, entender el firmamento azul como la parte exterior del salón del trono de Dios, sino como imagen del dominio invisible de Dios. El cielo de la fe no es el cielo de los astronautas. No es un lugar, sino una forma de ser". Dijo sobre el infierno: "No debe entenderse como un lugar del mundo supraterrestre o infraterrestre, sino como exclusión de la comunión con el Dios vivo".

Si todo era tan evidente, ¿por qué los papas revisan tan tarde la doctrina sobre el más allá? Hay tres respuestas. La primera tiene que ver con el llamado acoso de la ciencia. Roma no quiere repetir las amargas historias de Galileo o Giordano Bruno. La segunda razón es fruto de las estadísticas: el 60% de los católicos cree en Cristo, pero no en el infierno ni en el paraíso. Y, por último, se cumple una obligación conciliar que han retrasado más de lo prudente. La Iglesia debe vivir en su tiempo, y ha de actualizar la interpretación que en el pasado se hizo de los textos sagrados. Se trata del aggiornamento, la palabra preferida de Juan XXIII y su Vaticano II.

El último mito en caer en desuso ha sido el purgatorio. Se trataba de un lugar intermedio entre el cielo y el infierno, una especie de sala de espera. Nunca se dijo oficialmente dónde estaba ubicado y su entrada en escena, en torno a 1170, justificó la celebración del Día de Todos los Santos y la fea costumbre de las bulas con que comprar el cielo para las almas de amigos y parientes.

Otro tachón en la geografía escatológica afectó al limbo. Decían los catecismos clásicos que el limbo era el lugar al que iban quienes morían sin uso de razón y sin bautizar. Un lugar sin tormento ni gloria, algo así como estar en Babia toda la eternidad.

El castigo consistía en vivir en una tercera clase de cavidad distinta del cielo y el infierno, en el que las almas cándidas, además de estar privadas de gloria, sufrirían la ausencia de quienes habían tenido la fortuna de salvarse: padres, hermanos... La doctrina tridentina incentivaba con tan terribles argumentos el bautismo rápido de los recién nacidos.

Fue Juan Pablo II quien ordenó en 2004, poco antes de morir, al entonces cardenal Joseph Ratzinger (hoy Benedicto XVI) la dirección de una comisión teológica que razonase la supresión del limbo. No era un problema teológico aislado. El papado se sentía obligado a cambiar puntos de vista que han llenado de zozobra a sus fieles. Así, la visión que, desde san Agustín, tiene la Iglesia de Roma sobre el hombre como un ser irremediablemente empecatado desde que Eva y la serpiente liaron a Adán. El Papa buscaba una síntesis que ayudase "a una práctica pastoral más coherente e iluminada". La doctrina que coloca en el limbo a los niños muertos con el "pecado original" no lavado por el bautismo, es de origen medieval y poco relevante entre los teólogos modernos a no ser porque se hermana con la idea, también arrumbada por el Concilio Vaticano II, de que fuera de la Iglesia romana no había salvación.

"En el inicio creó Dios el cielo y la tierra", reza la primera frase de la Biblia. Para los que se toman este libro sagrado como doctrina, semejante inicio ocurrió en apenas una semana y hace unos 6.000 años. También sostienen que existió un paraíso (un jardín llamado otras veces el Edén, la Tierra del deleite), donde Adán y un apéndice costillar llamado Eva tuvieron dos hijos, Caín y Abel, que a su vez... La dichosa historia de la manzana les costó ser arrojados a unas tinieblas exteriores y tener que trabajar, ellos y sus descendientes, para ganarse el pan "con el sudor de su frente". El cronista bíblico no percibió desempleo en aquel tiempo.

Es una curiosa historia, con serpiente incluida y con final infeliz. En realidad, todo irreal. Pero sus consecuencias han sido terribles. Como durante siglos el tema del paraíso terrenal se ha interpretado tal como fue escrito en los tiempos del rey Salomón, los predicadores cristianos han enseñado que por Eva entró el mal y la muerte en el mundo y que la mujer merece desprecio eterno por ello. "No seáis nunca ni Judas ni Eva", exhortaba Pío XII, en los años cincuenta del siglo pasado, cada vez que había ordenaciones sacerdotales en Roma y recibía en audiencia a los misacantanos.

Hay una larga relación de pensadores cristianos que proclamaron en los años sesenta, tras el Vaticano II, lo que ahora predican los pontífices. Pero, para una mirada de lego, la nueva escatología papal pone patas arriba la interpretación clásica de los textos sagrados y lo que se ha enseñado como doctrina a los niños españoles en catecismos tan afamados como los de Astete y Ripalda. También decae estrepitosamente la idea de Tomás de Aquino sobre algunos de los placeres esenciales de los que van al cielo: además de la visión de Dios, el sabio de Aquino subraya el poco cristiano de la contemplación de los sufrimientos de los arrojados al infierno.

En la misma línea, el colosal Dante predica esa fruición vengativa cuando en La Divina Comedia, además de regodearse en la "región de los condenados" con la cita de ladrones, usureros, alcahuetes, traidores, príncipes negligentes, papas codiciosos y genios tramposos como Ulises (por lo del caballo de Troya), ajusta cuentas a sus paisanos de Florencia, de los que fue prior antes de ser exiliado. En su viaje al más allá el poeta cita a 32 florentinos que se pudren en los infiernos. Es humano el regodeo, pero de exageraciones tales procede quizás la alternativa excremental de la palabra escatología, un derivado de ésjatos (último) y logos (estudio): el estudio de los últimos días.

El cotilleo morboso de Dante ante los condenados al fuego eterno aterrorizó, en cambio, a Unamuno, que califica de "absurdo moral" la sola idea del infierno. "Por el infierno empecé a rebelarme contra la fe. Mi terror ha sido el aniquilamiento, la anulación, la nada más allá de la tumba. ¿Para qué más infierno?", escribió.

Por el infierno y el resto de la escatología cristiana, el Vaticano, con su enorme poder, llenó de sombras, tristezas y miedos durante siglos la visión de la humanidad, con límites tenidos hoy por irreverentes. Un ejemplo es el predicador capuchino Martin von Cochem, que llegó a fijar la altura de las llamas del infierno, llamando la atención sobre el hecho de que su fuego es más tórrido que el terrenal: porque sucede "en lugar cerrado", "se alimenta de pez y azufre" y es Dios quien lo sopla.

"Tú sabes", se exhibe Cochem, "que cuando se sopla sobre el fuego, éste prende con más ímpetu. Si el fuego se atiza con grandes fuelles, como se hace en las fraguas de los herreros, las llamas se enfurecen. Cuando es el Dios omnipotente el que sopla el fuego del infierno con su aliento, ¡cuán horrible no será su rabia y furor".

Que una escatología tan grosera y disparatada haya pervivido durante siglos se explica por el ansia de inmortalidad del género humano y la esperanza de un "más allá" tras la muerte. Lo sostiene el teólogo Manuel Fraijó, alumno en Alemania de Karl Rahner, Hans Küng o Walter Kasper (director de su tesis doctoral). "Ya avisó Feuerbach que, si no existiera la muerte, no existiría la religión. Y Nietzsche atribuía la victoria del cristianismo a esa deplorable adulación de la vanidad personal lograda a golpe de promesas de inmortalidad", añade.

El infierno es, además, una antiutopia destructiva. Al amenazar con las penas eternas, se pretendía infundir terror y provocar la huida del mundo. La mirada del más allá operaba como distracción para alejar a los creyentes de sus responsabilidades en la construcción de la ciudad terrena.

Al fondo está la doctrina de la resurrección, que nació también como respuesta a la injusticia. Dice el teólogo Fraijó: "Existen los injustamente tratados, los humillados y ofendidos, las víctimas del egoísmo y la barbarie. La resurrección viene a satisfacer una de las apetencias fundamentales del ser humano, marcado por una melancolía de la plenitud que únicamente la resurrección llena. Existe una antropología, llamémosla de los insatisfechos, que encaja bien con el anuncio de la resurrección. Para ella, la resurrección es una exigencia".





Fuente: ElPais.com / El Papa concluye la reforma de la eternidad
Autor: Juan G. Bedoya, (España 1945 -) periodista, docente y político. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra y ha trabajado, entre otros medios, en Alerta (Santander), El Correo Español (Bilbao), Televisión Española y ahora responsable de la sección de Religión de El País. La Comisión Europea ha otorgado en España el ‘Premio Europeo de Periodismo 2009.
También ha sido director de Hoja del Lunes de Santander (1975-1980). Director del Curso La cuestión regional de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Profesor de Literatura en la Escuela Politécnica (1973-1974). Presidente de la Junta de Fundadores de Cantábrico de Prensa S.A. Editor del periódico ALERTA Cantabria (1985-1993).
Fotografía: Detalle de el "El purgatorio", visto por el ilustrador Gustavo Doré de La divina comedia / retocado digitalmente del original (Getty)



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martes, 18 de enero de 2011

Benedicto XVI aclara que el purgatorio es "un fuego interior"

Tras hacer desaparecer el limbo, Ratzinger elimina ahora la dimensión física del laberinto de las almas en penaLa geografía de la fe se desmorona. Benedicto XVI, el mismo Papa que en sus tiempos de líder del Santo Oficio marcaba con claridad los pecados y las condenas de teólogos y de todo aquel que osaba saltarse la férrea ortodoxia marcada por Juan Pablo II, continúa haciendo desaparecer los rincones adonde nos llevará el Juicio Final.

Si a finales de 2005 Benedicto XVI, renovando un debate abierto por su antecesor [Karol Wojtyla tuvo una hermana que falleció poco después de nacer], declaraba que el limbo lugar al que supuestamente iban los niños sin bautizar no existía, apelando a la misericordia divina, ayer hizo desaparecer el purgatorio como concepto físico.

"El purgatorio no es un elemento de las entrañas de la Tierra, no es un fuego exterior, sino interno. Es el fuego que purifica las almas en el camino de la plena unión con Dios", afirmó Benedicto XVI en su audiencia pública de los miércoles. El laberinto de las almas en pena que tan bien retratara Dante en La Divina Comedia, tampoco existe. O, al menos, no físicamente.


Un 'billete' al cielo

Se trataría más bien de un "sin tiempo", en el que el alma ha de ser purificada ("purgada") por el pecado antes de ganarse el billete hacia el cielo, otro lugar cuya ubicación, como la del infierno, también está discutida. No el castigo divino, sino el concepto arcaico y físico del mismo. Antaño, sin embargo, se hablaba del fuego o de las nubes, e incluso de la edad corporal (33 años, la de Cristo) y la ausencia de sexo de quienes participaban de la salvación o la condenación eternas.

Dedicando su catequesis a la figura de santa Catalina de Génova, conocida por su visión sobre el purgatorio, el Pontífice negó que los místicos hicieran revelaciones específicas sobre las almas que se purifican. Los tormentos del purgatorio no serían, pues, físicos, sino "parte de la experiencia interior del hombre en su camino hacia la eternidad". Cabe pensar, entonces, si dicha experiencia forma parte de la propia vida, o sólo se da tras la muerte.


Contra la "escoria" del pecado

Para Benedicto XVI, el alma que llega al purgatorio se presenta ante Dios todavía ligada a los deseos y la pena derivados del pecado, lo que le imposibilita a "gozar de la visión de Dios". "Es el amor de Dios por los hombres el que la purifica de las escorias del pecado".

El paraíso, el purgatorio y el infierno han preocupado a lo largo de la historia tanto a los fieles como a los papas. El propio Benedicto XVI, en 2007, afirmaba que el infierno, "del que se habla poco en este tiempo, existe y es eterno para los que cierran su corazón al amor de Dios".

Su antecesor, Juan Pablo II, coincidió con Ratzinger en que el purgatorio existe, pero que no es "un lugar" o "una prolongación de la situación terrenal" después de la muerte, sino "el camino hacia la plenitud a través de una purificación completa".

Wojtyla también aseguró que tanto el paraíso como el infierno no son lugares físicos, sino estados del espíritu. Según Juan Pablo II, las imágenes utilizadas por la Biblia para presentar simbólicamente el infierno deben ser interpretadas correctamente y "más que un lugar, es la situación de quien se aparta de modo libre y definitivo de Dios".

Más allá de los debates teológicos o las ideas de un Papa u otro, el Catecismo y la tradición de la Iglesia católica se refieren al purgatorio como un estado transitorio de purificación y expiación donde, después de su muerte, las personas que han muerto sin pecado mortal pero con otras faltas sin satisfacción penitencial de parte del creyente, tienen que purificarse de esas manchas para poder acceder a la "visión beatífica" de Dios. A diferencia del infierno, todo el que entra en el purgatorio acabará entrando al cielo. Durante siglos, la Iglesia ha defendido que las plegarias por los muertos, las misas en sufragio o las indulgencias aceleraban el proceso para las almas pendientes de alcanzar la salvación. Este fue, precisamente, uno de los aspectos que llevaron a Lutero a la Reforma protestante.

En cuanto al infierno, presente en la práctica totalidad de las religiones, es definido como el "estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios". "La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira", afirma el Catecismo, que añade que "Dios no predestina a nadie a ir al infierno; para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final".


Un nuevo 'Jardín del Edén'

Finalmente, el cielo o paraíso, también existente en casi todas las tradiciones religiosas, supone para el cristiano "un retorno al estado de la humanidad anterior a la caída, un segundo y renovado Jardín del Edén en el que la humanidad se reúne con Dios en un perfecto y natural estado de existencia eterna. Los cristianos creen que esta reunión se logra mediante la obra redentora de Jesucristo de morir en la cruz "por los pecados de la humanidad". Se trata de un lugar de gozo, paz y felicidad infinita y eterna, el cumplimiento de la promesa tras pasar por lo que la teología católica define como "valle de lágrimas". O sea, esta vida en la Tierra que es, según el Papa, el único concepto físico con el que cuenta el creyente.




Fuente: Publico.es / El Papa aclara que el purgatorio es "un fuego interior"
Autor: Jesús Bastante / Madrid
Fotografía: Joseph Ratzinger, sujetando una vela en su balcón del Vaticano en la noche del pasado 24 de diciembre / AFP


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lunes, 3 de enero de 2011

La relaciones de Estados Unidos y el Vaticano... según Wikileak

EE UU ve el Vaticano como un poder cerrado, provinciano y anticuado.
Los cables revelan las críticas de la embajada por los "fracasos de comunicación" y ataques al secretario de Estado, Bertone, y al portavoz del PapaSumergirse en los varios cientos de cables filtrados a Wikileaks que parten de la Embajada de EE UU ante la Santa Sede equivale a asistir al fascinante encuentro cara a cara entre dos imperios. El choque cultural entre un país presidencialista, moderno, democrático, expansivo y republicano, y un sistema de poder monárquico, milenario, anquilosado y hermético, no impide a los estadounidenses comprender la importancia de tener al Vaticano como aliado.

La impresión que dejan los despachos de la última época -desde 2006 en adelante- es que Estados Unidos se ha ido acercando progresivamente al Vaticano y en concreto al papa Benedicto XVI después de unos años de enorme recelo mutuo motivado por el escándalo de los abusos sexuales en EE UU y por la invasión de Irak, a la que la Iglesia católica se opuso en público y en privado con su típica mirada doble, a la vez de muy corto y largo alcance.

Los cables más antiguos, casi todos de 2001, revelan que el Vaticano expuso con toda franqueza y no poca insolencia al Gobierno de George Bush que "la dictadura laica de Sadam Hussein" sería siempre más favorable para la libertad religiosa y para los 600.000 cristianos de Irak que "cualquier solución" que aquella "guerra injusta" pudiese encontrar, incluida una "dictadura islamista".

En esta primera toma se expurgan, sin embargo, dada su mayor vigencia y su interés, los despachos más recientes: la Iglesia católica está viviendo una de sus mayores crisis históricas, y los emisarios estadounidenses analizan con detalle, cierta preocupación y sin ausencia de malicia el problema.

El embajador ante la Santa Sede, Miguel Humberto Diaz, enviado por Obama en mayo de 2009, y su número dos, Julieta Valls, ambos católicos y de origen hispano, informan de que la crisis causada por los abusos sexuales a menores en Irlanda será, dicen, "dolorosa todavía durante muchos años"; analizan el polémico regreso de los obispos cismáticos lefebvrianos a la Iglesia, sopesan las dificultades y vaivenes que sufre el diálogo entre católicos y judíos.

Pero, sobre todo, dedican páginas y días a describir y criticar "los fracasos y torpezas" cometidos por el aparato de la comunicación vaticana al tratar todos esos problemas. Según lo define la expresiva Julieta Valls, número dos de la Embajada ante la Santa Sede, "el Vaticano es un aliado formidable que necesita lecciones de relaciones públicas".

La gran ironía es que, tras la gigantesca filtración de Wikileaks, esas lecciones suenan hoy algo menos sólidas, y parecen dar la razón a los siempre sibilinos, prudentes, y cínicos incluso a costa de parecer torpes, diplomáticos vaticanos.

'Not spin city'

Un cable confidencial del 20 de febrero de 2009, firmado por la entonces jefa interina de la misión diplomática, Julieta Valls Noyes, y titulado La Santa Sede: un fracaso de comunicación, afirma que, al levantar la excomunión a los lefebvrianos cismáticos, se ha revelado la "brecha de comunicación entre las intenciones formuladas por el Papa y la forma en que su mensaje se ha recibido en el mundo".

Valls explica a Washington que "en el Vaticano, el Papa es el responsable último de todas las decisiones importantes", pero que al mismo tiempo suele delegar tareas en "aquellos que más saben o mejor informados están sobre cada materia particular", y que ahí entra en juego una curia "ítalo-céntrica, descentralizada y trasnochada" que se comunica con notas "escritas en un lenguaje en un código que nadie fuera de ellos es capaz de descifrar".

Valls ilustra la afirmación con un ejemplo: "El embajador israelí recibió un comunicado oficial que según la curia contenía un mensaje positivo para Israel, pero el embajador no logró captarlo de tan velado que estaba, aunque sabía que estaba allí".

El cable no ahorra epítetos ni críticas al sistema de poder de la Iglesia. Califica al Vaticano como "not spin city" (juego de palabras que convierte "la ciudad sin pecado" en "la ciudad que no comunica"); critica "la debilidad del liderazgo en la cúpula", afirma con alarma que en el núcleo duro del Papa hay "muy pocos asesores que hablen inglés" y concluye que la curia "minusvalora (y lo ignora todo sobre) las comunicaciones del siglo XXI".

Ataques a Bertone

La embajada certifica (y se nota que sufre por ello) que los estadounidenses y, en general, los anglófonos no pintan casi nada en la curia actual. Su principal contacto en la curia es un irlandés, el informador protegido monseñor Paul Tighe, número dos del Pontificio Consejo para las Comunicaciones. Tighe confiesa a Valls que los asesores más cercanos a Benedicto XVI son italianos, y sugiere que sería bueno nombrar "más portavoces ingleses nativos en el círculo íntimo del Papa".

La discreción y prudencia de la curia italiana ante los representantes de Estados Unidos quedan de manifiesto en los cables. Ningún interlocutor da una pista de más al embajador o a su número dos, quienes a su vez replican a la ofensa tildando de provinciano al Gobierno vaticano y criticando "la ausencia de voces disidentes".

Las críticas empiezan por el secretario de Estado y número dos del Papa, Tarcisio Bertone, al cual Valls define como un notorio "yes man" (un hombre que siempre dice que sí), y que está ayuno de toda experiencia diplomática ("habla solo italiano, por ejemplo").

En el epígrafe titulado Fixing what's lost in translation (arreglando lo que se perdió en la traducción), Valls explica que "Bertone tiene un estilo personal pastoral que lo lleva a menudo fuera de Roma, de vuelta por el mundo, a ocuparse de problemas espirituales antes que de la política exterior y la gestión".

Valls afirma además que "no son pocas las voces que abogan por la destitución del cardenal Bertone de su actual puesto". El Papa, este mismo año, reforzó la posición de su número dos al mandarle una carta por su 75 cumpleaños en la que reafirmaba su estima por el cardenal piamontés.

Lombardi "tiene Blackberry pero no acceso al Papa"

La Embajada de EE UU dibuja un perfil tragicómico del responsable de la Sala de Prensa vaticana, el padre Federico Lombardi. Dice que "usa Blackberry", y le define como "una anomalía dentro de una cultura en la que muchos de los dirigentes más importantes no tienen siquiera correo electrónico". El problema, afirma Valls, es que el portavoz "no forma parte del círculo íntimo del Papa, no tiene ninguna influencia sobre las principales decisiones, no da forma a los mensajes, sino que se limita a entregarlos".

Y, por si fuera poco: "El pobre hombre está saturado de trabajo porque es simultáneamente jefe de la Radio Vaticana y del Centro Televisivo Vaticano, y corre literalmente de un despacho a otro durante todo el día". "Es un trabajo duro en los días buenos pero en los días de crisis es agotador", agrega Valls, que sin embargo olvida mencionar que Lombardi es además vicario general de los jesuitas, es decir, número dos de la Compañía de Jesús, lo que multiplica todavía más su pluriempleo.

Y además no hay filtraciones...

Según la embajada, la diferencia entre el aparato de comunicación actual y el de Juan Pablo II, que dirigía el español y opusdeísta Joaquín Navarro Valls, es que hoy no se producen filtraciones de las malas noticias como antaño.

Antes, las filtraciones maniobradas por Navarro Valls podían resultar "dañinas", pero ayudaban a limitar los daños porque había tiempo para tapar los agujeros, afirma Valls.

Lombardi se niega a aceptar ese sistema. El análisis de la embajada señala que el portavoz ha pedido a la curia que ese servicio oscuro lo realice el Pontificio Consejo para las Comunicaciones. (Según explica a EL PAÍS el vaticanista Filippo di Giacomo, buen conocedor de las bambalinas y amigo de Lombardi, "el gran problema es que el jesuita se niega a decir mentiras o a dulcificar las noticias como hacía Navarro Valls").

En el cable, Paul Thige cuenta a la embajada que Claudio Maria Celli, responsable del consejo y jefe directo suyo, recibió la petición de Lombardi hace ahora dos años, pero que "no ha dicho ni sí ni no, y se lo está pensando". (Traducido del 'vaticanés', esto significa, según Di Giacomo, "que tampoco Celli tiene ganas de pasar a la historia como un mentiroso"). Valls deduce, en cualquier caso, que es "cada vez más urgente" que el Vaticano "cambie su cultura de comunicación".

En otro pasaje, Celli confirma al embajador en un coloquio privado que la secretaría de Estado piensa dotarse de "una oficina de crisis" para gestionar los casos más difíciles y facilitar traducciones más rápidas y claras de las decisiones papales. Pero las cosas de palacio van despacio, sobre todo en San Pedro. Aquella reunión fue el 2 de febrero de 2009; un año después, la carta del Papa a los fieles irlandeses salió de la secretaría de Estado escrita solo en latín, y la que anunciaba la formación del nuevo Consejo para la Evangelización de Occidente se publicó solo en italiano.

Unidad, 1-Diálogo con los judíos, 0

La señora Valls destila cultura católica y narra los hechos con notable precisión, agudeza y neutralidad. En otro cable, del 27 de enero de 2009 (189059), calificado secreto, elaborado con motivo de la crisis causada por el regreso de los cismáticos lefebvrianos y titulado Unidad de la Iglesia, 1-Relaciones católicos-judíos, 0, Valls había escrito: "El Vaticano es un socio formidable que necesita lecciones en relaciones públicas".

En ese despacho explicaba que "el Papa a veces irrita a políticos y periodistas al hacer lo que piensa que es mejor para la Iglesia, como reintroducir a los lefebvrianos o considerar la canonización de Pío XII".

Su antecesor, añadía, "también padecía bastante esa misma indecisión (second-guessing)". La diplomática añadía que, "desde fuera, muchos consideran que la Iglesia está fuera de onda con el nuevo milenio, y piden que sea más moderna y acomodaticia. Lo que esos observadores no reconocen es la consistencia de las decisiones y la actitud en cuestiones clave como la reunificación de la Iglesia o la dignidad de todos los seres humanos".

Quizá para equilibrar los elogios, o quién sabe si dejando traslucir su frustración por el desastre ocurrido, Valls explicaba: "Los portavoces de la Santa Sede podían haber denunciado con gran resonancia las tesis negacionistas del obispo Williamson al mismo tiempo que el Papa anunciaba su regreso a la Iglesia, pero esperaron unos días para hacerlo y lo hicieron débilmente. Para entonces, mucha parte del daño ya estaba hecho. En vez de marcar un triplete -reunificación de la Iglesia, demostrar la generosidad de la Iglesia con quienes han errado, y reafirmar los horrores del Holocausto-, la Iglesia católica está jugando ahora a remontar".

Leyendo los cables se diría que, para los americanos, la secretaría de Estado del presidente Obama es la única instancia de poder, mientras que para los funcionarios vaticanos la secretaría de Estado es en cambio una especie de último recurso, porque solo actúa ante crisis muy graves o casos controvertidos que no se resuelven en los niveles más bajos o locales. Esa dinámica, según Valls, se debe "al estilo de gobierno del papa Benedicto XVI", entorpece la comunicación interna y externa, y parece muy difícil de cambiar. "Las raíces culturales y estructurales son profundas. Hay señales esperanzadoras pero no garantizan que el cambio vaya a producirse. Sigan conectados".

"Acaben con el embargo a Cuba"

Las diferencias de criterios y la sensación de superioridad que destilan algunos comentarios de los diplomáticos vaticanos presiden también los cables referidos a la actual situación cubana. Varios funcionarios clericales de medio rango muestran grandes dosis de paciencia al intentar enseñar a los emisarios estadounidenses cómo convivir con los vecinos comunistas que residen 20 millas al sur de Miami.

Cuba ocupa muchas de las reuniones bilaterales de los últimos dos años. Desde que la Administración Obama tomó el relevo a la de Bush, el Vaticano ha redoblado sus esfuerzos para convencer a Washington de que debe relajar el bloqueo a la isla.

El cable confidencial de 21 de enero de 2010 (244728), elaborado por la Embajada de EE UU ante la Santa Sede, cuenta que monseñor Accatino, encargado de los asuntos cubanos en Roma, ha advertido en una reunión a la jefa de la misión estadounidense, Valls, y al encargado de asuntos políticos, Rafael Foley, que el Vaticano está muy preocupado porque la "desastrosa situación económica de la isla y la tensión política pueda desembocar en un baño de sangre".

Durante la reunión, Angelo Accatino, miembro de la secretaría de Estado, explica a Valls la visión de la Iglesia. Afirma que es preciso "dialogar, por desagradable que resulte", y sostiene que "el nuevo Fidel Castro del hemisferio occidental y su verdadero sucesor no es Raúl [Castro] sino Chávez", ya que este, a diferencia del primero, "tiene los ingresos del petróleo para financiar la revolución bolivariana".

El embajador Diaz, que es profesor de teología, anota con toda candidez que el Vaticano "está mucho más preocupado por Chávez que por Raúl, al considerarlo de más largo alcance (por no mencionar que es más joven)".

Ese encuentro se produjo unos días después de que el Gobierno de Obama incluyera a los ciudadanos cubanos entre aquellos que deben ser sometidos a vigilancia especial cuando lleguen por avión a Estados Unidos. El hombre de la nunciatura subraya a Valls la oposición del Vaticano a esa medida "injustificada", dice, ya que, razona, "aunque Cuba sea un Estado promotor del terrorismo, no supone una amenaza real para Estados Unidos".

Accatino atribuye la decisión de EE UU "puramente a razones de política interna". Y concluye: "Jugará a favor del núcleo duro del régimen que retrata a Estados Unidos como intrínsecamente hostil". Luego, pide a Estados Unidos que "evite acciones unilaterales contra Cuba porque", dice, "pueden ser utilizadas por los hermanos Castro y por Hugo Chávez", y porque, añade, "si la gente reacciona con violencia, algunos dentro y fuera de Cuba podrían culpar a Estados Unidos por haber contribuido a esa situación".

El enviado vaticano concluye su clase con un mensaje destinado a Obama: "EE UU no debería permitirse ser un rehén de su política interna", afirma, manteniendo "el contraproducente embargo".

El epígrafe titulado Bajen esas tarifas telefónicas refiere otro encuentro del embajador Diaz con el prelado de antecámara de Benedicto XVI, Nicolas Thevenin, que vivió en Cuba varios años, en el que este pide a Washington que se asegure de que las tarifas telefónicas para llamar a Estados Unidos sean "muy bajas" ya que eso, piensa Thevenin, "puede tener un impacto positivo en promover el cambio político en la isla".

¿Un plan antiterrorista contra Al Qaeda?

Otra nota secreta, del 19 de diciembre de 2008, esta enviada por la Embajada de Roma al Departamento de Estado (183904), hace sonreír y revela la distancia sideral que separaba a la antigua Administración Bush del Vaticano.

Firmada por la encargada de negocios Elizabeth Dibble (conocida por sus ácidas críticas a Silvio Berlusconi), narra el coloquio entre la número dos de la legación ante la Santa Sede, Julieta Valls, con el jefe de la Gendarmería vaticana, Domenico Giani.

Valls trasmite al jefe de seguridad que el FBI quiere coordinar un plan antiterrorista con el Vaticano para evitar un posible atentado de Al Qaeda contra el Papa para proteger, de paso, a los miles de turistas estadounidenses que visitan cada día San Pedro y los Museos Vaticanos. El Vaticano, dice el cable, ha sido reticente en el pasado a coordinar su seguridad con Estados Unidos dado que la Santa Sede "no quiere ser percibido como un Estado demasiado cercano a cualquier otro Estado".

Ante la insistencia de Valls, Giani accede, pero sin comprometerse a "mantener un diálogo amplio sobre la preparación y la capacidad del Vaticano para responder a un ataque terrorista".

El cable revela que "hace unos años", la propia Gendarmería vaticana había solicitado al FBI "entrenamiento específico en seguridad", y que hace "menos tiempo" pidió que algunos agentes de la Gendarmería "fueran entrenados en Quantico [sede de la academia del FBI]" para aprender "a buscar explosivos".
El presunto negocio del príncipe jordano

El cable secreto 189059, de 27 de enero de 2009, referido al diálogo entre católicos y judíos y al viaje papal a Tierra Santa, contiene otras posibles noticias a las que la embajada de EE UU ante la Santa Sede parece dar crédito, quizá porque proviene de una fuente aliada, en concreto del entonces recién nombrado embajador ante la Santa Sede, Mordechai Lewi.

El embajador afirma que Israel quiere mantener una relación buena con el Vaticano "para evitar problemas", aunque se muestra escéptico sobre el hecho de que el Papa "pueda ejercer alguna influencia sobre los árabes". Lewi desliza luego un comentario sobre sus vecinos jordanos. Afirma que pueden tener un interés pecuniario en la visita papal. El príncipe Ghazi, cuenta, "tiene intereses financieros en el posible desarrollo turístico del área cercana al lugar del (supuesto) bautismo de Jesús", en el río Jordán. "Y una visita del Papa sería buena para el negocio", concluye.




Fuente: ElPais.com / EE UU ve el Vaticano como un poder cerrado, provinciano y anticuado
Autor: Miguel Mora
Fotografía: ElPais.com / El Papa recibe al matrimonio Obama en una imagen de archivo

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