Estados Unidos, 30 de junio 2007. Mientras las iglesias emergentes siguen ganando terreno en Estados Unidos, la membresía de la Iglesia Metodista en este país se encuentra en su nivel más bajo desde 1930.
Según un articulo publicado en el The Christian Post, 41 por ciento de las iglesias metodistas a través de la nación no recibieron a miembros por profesión de fe en 2005. Pero aunque estas cifras suenan alarmantes, el Rev. Paul Nixon, autor del libro «Rechazo dirigir a una iglesia que muere», ve mucha esperanza para esta iglesia histórica, al tiempo que reconoce que la denominación está «en medio de una avalancha cultural».
«Las avalanchas pueden rodar por un tiempo y borrar aldeas enteras en su trayectoria. Pero si somos rápidos, ágiles, y atentos en nuestro esquí, podemos escapar de ser enterrados en la nieve y cuando la nieve cesa, podemos tener un panorama nunca antes visto por ojo humano», dice el autor y también director de Desarrollo Congregacional en la Conferencia de Florida y Alabama-Oeste de la Iglesia Metodista Unida. «Pero en ese terreno nuevo, pretender que la iglesia funcione como de costumbre sería una locura» advierte.
Los eruditos y los observadores de la iglesia han señalado continuamente la necesidad de que las iglesias, particularmente las denominaciones históricas, implementen cambios continuamente.
«Las iglesias que eligen vivir en antaño serán marginadas más adelante del compromiso con la sociedad. Continuarán simplemente como un puñado de gente pasada de moda y apartada de la franja cultural que marca la nueva generación hasta que cierren sus puertas» dice Nixon.
Para la Iglesia Metodista Unida, el futuro para muchas de sus congregaciones no parece muy brillante. Nixon cree que muchas de las iglesias metodistas están más allá de los vientos de la oportunidad para la renovación institucional. «Cerraremos millares sobre millares de iglesias en los próximos 30 años», asegura.
Dando las pistas de lo que puede parecer el ministerio congregacional próspero en el metodismo unido en los próximos años, Nixon hace un llamado a los fundadores de iglesias metodistas a «creer en la gran comisión más que a la sobrevivencia institucional y amar a Dios y a las almas perdidas más que lo que ama su acogedora confraternidad y tradiciones de la iglesia».
Nixon también sugiere a las iglesias, especialmente en áreas urbanas, a que compartan espacio y ministerio. Mientras algunas iglesias metodistas no se pueden equipar para alcanzar a un grupo específico de la población en la comunidad local, pueden compartir el espacio con otra iglesia que les permita ajustarse para alcanzar a una población más joven o a un grupo étnico particular. «las iglesias sabias y los líderes deben abrazar a gente que da solamente una porción de su comisión total. Con el tiempo, y con buena experiencia, la mayoría de éstos estarán dispuestos a invertir más de su tiempo con una comunidad primaria de la iglesia», aseguro.
Además, el ecumenismo y alianzas con las iglesias fuera de los límites de la conexión metodista unida serán prominentes. Aunque los números en la Iglesia Metodista Unida son severos, Nixon cree que «hay un final para cada avalancha».
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