
La Iglesia siguió debatiéndose a lo largo de la Historia entre el cielo y el infierno, con una parte de ella dejándose la vida y la salud en defensa de los oprimidos, mientras la otra levantaba los infiernos allí por donde pasaba. Dejando a un lado la historia criminal de los papas, asesinos múltiples, ladrones, pederastas, defensores de las peores dictaduras nazis y fascistas, sus infiernos favoritos y recurrentes han sido los internados y los confesionarios, donde sacerdotes y monjas a menudo tratan de aliviar sus urgencias sexuales.
En los confesionarios practicaron uno de sus abusos favoritos, la “Solicitatio ad turpia”, en la que el sacerdote con calenturas pedía favores sexuales a sus penitentes. Los casos de abusos han arruinado a las iglesias norteamericanas, y ahora sabemos que en la católica Irlanda la agresión sexual en los internados católicos era una práctica continuada.
El Vaticano conocía ese infierno. Por ello en 1962 dio instrucciones a sus obispos para que ocultasen los casos de abuso sexual cometidos por sus miembros, como publicó el diario británico The Observer, orden en la que se exigía un “estricto” secreto y amenazaba con la excomunión a quien destapase los escándalos. El infierno lo reservan para los niños, y el cielo, para los violadores.

Autor: Manolo Saco. Primer redactor de la revista Cambio 16, director de la revista Ciudadano de defensa del consumidor, jefe de la sección de Economía, y, posteriormente, de Cultura y Sociedad de los Servicios Informativos de TVE, director adjunto y guionista del programa de debate de TVE “¿Y usted qué opina?”, director adjunto del Área de Imagen y Comunicación de la EXPO’92 en Sevilla, director de los Servicios Informativos de TVE en Andalucía, Redactor Jefe del diario económico La Gaceta de los Negocios, subdirector del diario El Sol, columnista del diario 20Minutos, entre otras ocupaciones confesables a lo largo de 37 años de vida profesional.